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CincoSentidos

Rincón se queda a un palmo de la puerta grande

Por solo diez centímetros no salió ayer César Rincón de nuevo a hombros de la plaza de Madrid. Los diez centímetros que separan una estocada defectuosa y baja de otra perfecta. Pero hasta el momento de entrar a matar, la faena a su segundo toro estuvo a la altura de las grandes actuaciones del torero en esta plaza.

Con un dominio absoluto de la puesta en escena, manejando a la perfección los terrenos, las distancias y la colocación de la muleta, el torero colombiano cuajó del principio al final a un toro de Jarandilla, manso pero de gran movilidad en la muleta. Colocado siempre a más de 20 metros del toro, Rincón le llamó con la panza de la muleta, le embarcó con gran temple y le remató los pases con absoluta precisión. El secreto ya lo mostró este torero hace más de 15 años: dejarle la muleta puesta muy por delante para que el toro no viese otra cosa que el trapo rojo.

Cuando Rincón se perfiló para entrar a matar, en Las Ventas había run run de obra grande; cuando salió de la suerte y los espectadores pudieron ver donde había colocado la espada, diez centímetros más abajo de donde debía estar, la plaza entera decidió que el premio debía ser sólo de una oreja. La aclamada vuelta al ruedo que dio compensó el otro trofeo.

Con anterioridad, en la Corrida de la Prensa, que contó con la presencia del Rey desde una barrera, también habían pasado algunas cosas de interés. Por ejemplo, la primera faena del propio torero colombiano, excelente en su manejo de las alturas del toro; además, la manera en que Miguel Ángel Perera, que confirmaba la alternativa, se cruzó con el primero de su lote y como se entregó valiente con el deslucido sexto. Por último, destacar algunos naturales de mano baja de Matías Tejela a su primer toro.

Tras la tormentosa corrida del lunes 23 de mayo, y la consiguiente decepción que supuso la actuación de Enrique Ponce y El Juli, el martes y el miércoles se vivieron dos intensos días de toros en Las Ventas. El 24 debutó en Madrid como ganadero Ortega Cano, con la vacada que anuncia como Yerbabuena, en una tarde de éxito para el torero-ganadero. Pero a pesar de la bondad de los novillos, sólo David Mora cortó una oreja. Al día siguiente, la emoción y el toreo llegó de nuevo de la mano del francés Sebastián Castella. Toreo hubo en su primero, al que cortó una oreja, y emoción en el otro, un astado peligroso en el que se jugó la vida. Sin embargo, lo mismo que en su actuación anterior, la presidencia volvió a negarle la puerta grande.

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