El mensaje cuenta más que el resultado
Entre el 29 de mayo y el 2 de junio se va a decidir buena parte del futuro de la Unión Europea. Hasta el momento, la mayor parte de los expertos considera que un no francés -la consulta más relevante dada la importancia de Francia en el seno de la Unión Europea- sería un choque negativo pero asumible para los mercados de divisas y, en menor medida, acciones y deuda en la zona euro.
No se ha hecho tanto énfasis en la consulta holandesa, en la que la también las encuestas auguran un triunfo del euroescepticismo. Es más, tampoco se ha abordado la cuestión de cuál es la diferencia final entre síes y noes. Un aspecto que es fundamental, pues la relevancia del referéndum, por ejemplo, francés, reside en el resultado, sí, pero también en el mensaje que se envía a la clase política.
Posiblemente un triunfo del no por, por ejemplo, 51% contra 49% sería un susto para la Unión. Pero como, señala un informe de HSBC, los funcionarios de Bruselas son adictos a los arreglos legislativos, y seguramente encontrasen formas de reconducir la situación. Como un nuevo referéndum en 2006. Para eso tendría que calar el mensaje de que la derrota de la Constitución ha sido coyuntural, más vinculada a cuestiones de política interna que a un sentimiento contrario a Europa.
Pero si, por ejemplo, el referéndum francés arroja un claro rechazo a la Constitución y poco después Holanda también dice no, el mensaje a la clase política muy claro, y se podría abrir una etapa de euroescepticismo o parálisis de la construcción europea. Los temores a una ruptura de la unidad monetaria son, posiblemente, infundados, luego no tendría sentido un cambio en los diferenciales de la deuda.
Pero este entorno no es bueno para los negocios, principalmente por la incertidumbre que genera. Las fases bajas en el ciclo del europeísmo han venido mal a las economías, y probablemente un rechazo contundente en Francia y Holanda sería negativo tanto para las Bolsas como para el euro.