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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un abismo en el Congreso

El primer debate sobre el estado de la nación de esta legislatura ha servido para poner en evidencia el abismo existente entre el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy. No se trata sólo de una brecha en la manera de hacer política, sino en la concepción misma de lo que es la 'nación' objeto de debate y cuáles son sus necesidades y aspiraciones.

Como era de esperar, Rodríguez Zapatero hizo un optimista balance del primer año de Gobierno. Un año en el que la economía ha crecido más del 3% y el empleo aumentó a un ritmo del 4%. Pero, sobre todo, un año en el que se han aprobado la ley contra la violencia de género, la agilización del divorcio, el cambio en el Código Civil que permitirá los matrimonios entre homosexuales y la investigación con células madre, entre otras medidas. Para el presidente y su partido, la democracia es mucho más que el crecimiento económico y el déficit cero. Pero es que además, al menos durante este año, tanto la marcha de la economía como las cuentas públicas se han mantenido en los mismos órdenes de magnitud que bajo la batuta de Rodrigo Rato. Si acaso cabe registrar una ligera mejoría, pese a los nubarrones en ciernes del déficit comercial, la deslocalización industrial y la caída de las inversiones extranjeras directas. En este flanco, pues, el PP tenía poco agarradero directo más allá de ejercer como agorero vocacional. Así que Rajoy se vio forzado a cargas las tintas en las reformas sociales, territoriales y el País Vasco.

Pero aquí, el pulso entre Zapatero y Rajoy fue un diálogo de sordos. Para el presidente, la reforma de los estatutos de autonomía es una oportunidad de seguir avanzando en el modelo de Estado y responder a las aspiraciones de una 'España plural e integradora'. Para Rajoy, se trata sencillamente de 'el mayor lío autonómico de los últimos 25 años'.

El presidente abordó también el delicado asunto del fin de la violencia etarra. 'Si se diera el caso, me comprometo formalmente a acudir ante esta Cámara para explicar los pasos a dar', afirmó Rodríguez Zapatero, quien avanzó que solicitará 'el respaldo de todos los grupos políticos al logro de la gran aspiración de poner fin al terrorismo en España'. Un llamamiento institucional, de Estado, rechazado de plano y de antemano por Rajoy.

El líder de la oposición lanzó una durísima diatriba contra Zapatero en la que le acusó, entre otras cosas, de 'traicionar a los muertos', sin querer recordar el intento, legítimo, que en su día realizara con el mismo fin el Gobierno de Aznar.

Rajoy asegura que el Gobierno se ha propuesto revisar muchas de las cosas acordadas por los españoles en 1978. Y hace esta afirmación convencido de que se trata de algo execrable por definición, sin necesidad de más explicaciones. æpermil;se es, probablemente, el problema más grave ahora mismo del PP, anclado en los tiempos de la transición, incapaz de entender que éste es un país muy distinto al de hace 25 años. No es que ambos líderes discrepen. Es que, sencillamente, viven en mundos diferentes.

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