Blair confía en lograr una mayoría suficiente para su tercer mandato
A pesar del desgaste de la imagen de Tony Blair por la guerra de Irak, todo apuntaba al cierre de esta edición a que el líder laborista conseguiría los votos suficientes para lograr un histórico tercer mandato en las elecciones generales celebradas ayer, a las que estaban llamados a votar 44,2 millones de británicos.
Las urnas cerraron a las diez de la noche (once de la noche en España) y no se esperaban datos definitivos hasta bien entrada la madrugada de hoy. Pero todos los sondeos coincidían en otorgar la victoria al partido de Blair, aunque con dudas sobre si lograría una sólida mayoría parlamentaria.
De hecho, hasta tres diferentes sondeos predecían una reducida mayoría para los laboristas. Una encuesta realizada por Populus daba a los laboristas un 37,9% de los votos, un 31,7% para los conservadores y un 21,4% para los liberaldemócratas.
Las últimas encuestas auguraban a los laboristas una mayoría de entre 60 escaños (en el peor de los casos) y de 120 escaños. En las elecciones de 2001 el partido de Blair logró 165 escaños de ventaja.
Con su voto, los británicos eligieron a los diputados de la Cámara de los Comunes, de 646 escaños, uno por cada circunscripción electoral, designados por el sistema de mayoría simple a una sola vuelta. Un total de 529 escaños corresponden a Inglaterra, 59 a Escocia, 40 a Gales y 18 a Irlanda del Norte.
La jornada electoral transcurrió con tranquilidad, pese al estallido de dos artefactos explosivos en el consulado británico en Nueva York, que no produjeron víctimas.
En la etapa final de la campaña, Blair ha intentado distraer la atención sobre la polémica de la guerra de Irak y centrarse en los éxitos económicos logrados durante sus ocho años de mandato, acompañado en todo momento por su ministro del Tesoro, Gordon Brown, candidato perpetuo a la sucesión.
Blair ha afirmado que si ganaba las elecciones, Brown continuaría al frente del Tesoro en la próxima legislatura en un intento de asegurarse el voto de empresarios y economistas, que han apoyado mayoritariamente la política económica del laborismo en las dos anteriores legislaturas.
Durante este periodo, la economía británica se ha convertido en la de mayor estabilidad entre los países del G7, con un PIB que ronda un crecimiento del 3%, una tasa de inflación del 2%, y un índice de desempleo que se situó en el primer trimestre en el 4,8%, según la encuesta sobre población activa. La media de la eurozona es del 9%.
El reto ahora será mantener la llamada regla de oro económica' que consiste en pedir prestado sólo para invertir y que el gasto del Gobierno no exceda nunca el 40% del PIB. En la actualidad este nivel está en el 33%.
Sin embargo, muchos analistas ven una brecha en este sistema. La opinión unánime es que gane quien gane, el próximo Gobierno tendrá que aumentar drásticamente su nivel de endeudamiento para financiar un programa de mejora de las infraestructuras de transporte, la educación y la salud, segmentos en los que Reino Unido está por detrás de otras potencias.
La consecuencia lógica, según los expertos, será la subida de impuestos. Los laboristas insisten en que no aumentarán el impuesto sobre la renta, pero no descartan el incremento de la fiscalidad a las compañías. Los conservadores, por su parte, dicen que bajarán los impuestos aplicando una mayor racionalidad en el gasto público y reduciendo departamentos gubernamentales.
Otros de los temas que preocupan es la indefinición de la política británica en cuanto a la entrada en el euro, lo cual está perjudicando al sector industrial, en franca recesión en Reino Unido. Algo que fue puesto de manifiesto con el colapso del fabricante británico de coches Rover en plena campaña electoral.
El reto de la presidencia de la UE
El Reino Unido comenzará a ejercer la presidencia de turno de la Unión Europea en la segunda mitad de este año. El mundo empresarial ha pedido a los políticos británicos que impulsen una reforma económica que recorte la burocracia comunitaria.Según datos del Ministerio de Economía, la UE ha generado el 40% de la nueva normativa de las compañías británicas y la mayor parte de la última legislación de empleo.Según comentó Gordon Brown durante la campaña electoral, esta avalancha legislativa puede tener efectos negativos en el sistema desregulado, abierto y de gran flexibilidad que tiene el empleo en este país.La propuesta de reforma intenta tranquilizar los ánimos del sector empresarial que teme que una excesiva presión comunitaria acabe con el 'estatus especial' del que gozan las compañías británicas, sobre todo si se comprara con la rigidez que impera en países como Alemania y Francia.Tanto laboristas como conservadores han prometido una mejora de la relación comercial con Estados Unidos y promover el derribo de las barreras comerciales entre dicho país y Europa.En los programas de ambos partidos también se contempla impulsar programas para que las empresas británicas aprovechen las oportunidades de negocio que ofrecen países como China e India.