La dura lección del béisbol al fútbol
El fútbol ha conquistado el corazón del planeta, pero está lejos de tener unas cuentas saneadas. El béisbol, en cambio, es un modelo de rentabilidad económica encorsetado por el localismo americano. Uno es el deporte rey, el otro es conocido como el pasatiempo nacional. Puestos frente a frente, cada uno tiene mucho que aprender del otro.
La situación financiera de la mayoría de los equipos de fútbol del mundo es delicada hoy día. Mientras que los de béisbol, por mucho que sus dueños lo nieguen, viven con holgura. La clave de su situación reside en la estructura de las competiciones.
'El sistema abierto de las ligas de fútbol, en las que uno puede ascender o bajar de categoría, crea incentivos demasiado fuertes. El resultado es una estructura inestable', explica Andrew Zimbalist, profesor del Smith College de Massachusets (EE UU). Frente a este entorno, 'el béisbol ha creado un sistema de convenio colectivo que permite controlar los incrementos salariales y desarrollar nuevas fuentes de ingresos'.
Mientras el fútbol equivale a un modelo capitalista abierto, en el que los participantes deben dar lo mejor de sí mismos para no quedar relegados, el béisbol representa el capitalismo monopolístico, donde no existe presión alguna porque la permanencia en el torneo está asegurada. Así lo explica Stefan Szymanski, profesor del Imperial College de Londres y coautor, junto a Andrew Zimbalist, de El Pasatiempo Nacional. Cómo los americanos juegan al béisbol y el resto del mundo juega al fútbol, obra que acaba de publicarse en Estados Unidos.
Con todo, el fútbol ha logrado muchos más adeptos en el mundo. 'La clave del éxito no tiene nada que ver con que sea un deporte barato. Su gran virtud reside en que es culturalmente abierto', explica Szymanski.
El imperialismo inglés fue esencial para la expansión del fútbol durante el último cuarto del siglo XIX, pero 'cada nación pudo poner algo de su personalidad', recalca Szymanski. Además, 'logró captar las rivalidades entre países, ciudades, barrios o clases sociales'. Por contra, 'el béisbol dedicó sus esfuerzos a mantener su monopolio en casa', agrega Zimbalist.
La vía para que el fútbol sea solvente que propone el libro editado por The Brookings Institution es crear una liga paneuropea con 30 o 50 grandes equipos distribuidos en cuatro torneos regionales. Un campeonato de estas características 'permitiría a los mejores equipos jugar de manera regular entre sí', explica Zimbalist. La Liga de Campeones no ofrece esta posibilidad. En los últimos cinco años, el Real Madrid y el Manchester United sólo se han visto las caras dos veces.
Los niños americanos se enganchan al balón
Las mamás futboleras o soccer mums son todo un fenómeno social al otro lado del Atlántico. 'Los padres presionan a sus hijos para que sean grandes estrellas de béisbol. El fútbol es menos competitivo, por eso las madres animan a sus hijos a que jueguen a este deporte', dice Stefan Szymanski. Gracias a esto 2,8 millones de niños estadounidenses se divierten con un balón, mientras 2,7 millones lo hacen con un bate y un guante.Pero a pesar del éxito que goza entre los más pequeños de EE UU, para el profesor del Imperial College 'el fútbol se percibe todavía como algo netamente antiamericano. Sólo logrará superar esta resistencia si un jugador se convierte en el deportista mejor pagado del mundo. A los americanos les impresiona mucho el poder económico. El Manchester United llamó su atención cuando en 1998 logró más ingresos que los Yankees de Nueva York'.