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Tribuna
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Problemas heredados, soluciones de futuro

La responsabilidad de gobernar eficientemente requiere de un diagnóstico adecuado de los problemas actuales y futuros, como base para adoptar las soluciones adecuadas. En este sentido, la eficiencia en política económica adquiere una especial relevancia porque determina el crecimiento real y potencial de la economía del país y, en consecuencia, la capacidad para desarrollar la política social y del bienestar que requieren los ciudadanos y que, desde luego, es a lo que nosotros aspiramos.

Desde esta perspectiva, la política económica del PP se caracterizó por gestionar una favorable coyuntura económica, marcada por la entrada en el euro, un entorno de tipos de interés a la baja y una recepción de fondos europeos muy importante, circunstancias todas ellas imposibles de repetir. Pero, desde luego, ignoró la perspectiva del largo plazo y no supo o no quiso, adoptar las medidas necesarias para sentar las bases de un crecimiento económico equilibrado, duradero y sostenible, lo cual, irremediablemente, tiene su contrapartida negativa en el sector exterior y en el déficit de la Balanza de Pagos.

Desde el PSOE, primero cuando estábamos en la oposición, y posteriormente en nuestro programa electoral, ya denunciábamos las debilidades del patrón de crecimiento y enfatizamos en la necesidad de pasar a un nuevo modelo basado en la productividad, que nos permitiera ganar cuotas de competitividad y mantener una posición sólida en el sector exterior.

No podemos practicar la política del avestruz y hacer como si no pasara nada, como hizo el Gobierno del PP

Los organismos internacionales, antes y ahora nos dan la razón, y así se recoge en todos sus informes. Pero la prepotencia y la ineficacia que caracterizó al Gobierno anterior sólo le llevó a vender que 'España iba bien' sin reparar en sus problemas a largo plazo ni, por supuesto, en soluciones.

Objetivamente la economía española va mejor ahora que antes. Los datos no pueden ser más contundentes por más que desde el PP se intente presentar otro panorama. Pero la realidad es tozuda por mal que le pese a algunos catastrofistas de nuevo cuño. El año 2004 cerró con mayor crecimiento (2,7%) que en 2002 y 2003 (2,2% y 2,5% respectivamente), se ha registrado el mayor número de personas ocupadas de toda nuestra historia (17,32 millones) y, por primera vez desde 2002, aumenta el empleo (461.000) y se reduce el paro (120.000) cerrándose el año con la menor tasa de paro desde 2001 (10,38%). Por si fuera poco, las perspectivas para 2005 son mejores y así lo confirman todos los indicadores y las encuestas de opinión empresariales.

Sin embargo, eso no nos puede llevar a la autocomplacencia. Nosotros tenemos un Gobierno responsable que gestiona bien el corto plazo y afronta los problemas del largo. El desequilibrio del sector exterior, reflejado en la evolución de la balanza de pagos, está alcanzando niveles importantes que requieren de un análisis sereno.

Según los datos del Banco de España, el déficit por cuenta corriente de la balanza de pagos, al cierre de 2004, se sitúa en el 4,9% del PIB, valor que casi duplica al de 2003 y que continúa la tendencia iniciada en 1998. Es evidente que este resultado no es sostenible a largo plazo. Detrás de este resultado está la evolución del saldo comercial de bienes, cuyo déficit se ha incrementado en un 37,1%, sobre todo por el fuerte aumento de las importaciones, un 11,9%, ya que las exportaciones han presentado un comportamiento sostenido. La fortaleza de la demanda interna, la evolución de los precios energéticos y el empuje de la inversión en bienes de equipo ayudan a explicar parte del comportamiento de las importaciones. Pero de fondo existe una tendencia que podría indicar que la elasticidad de las importaciones respecto al crecimiento del PIB ha aumentado en los últimos años, de modo que incrementos similares del PIB generan crecimientos cada vez mayores del volumen de importaciones. Por consiguiente, estamos hablando de una pérdida de competitividad de los productos españoles en nuestro mercado interior. ¿Cuál puede ser la explicación?

Por una parte, las rigideces del mercado laboral, la falta de competencia de algunos mercados y nuestra dependencia energética repercuten en el preocupante diferencial de inflación con la zona euro. Tampoco puede olvidarse nuestra especialización en productos de baja y media calidad y escaso valor añadido, sujetos a la fuerte competencia de las economías emergentes, todo lo cual alienta las importaciones y dificulta las exportaciones. Estas consideraciones no son nuevas, ni encierran causas sobrevenidas de repente. Por tanto, menos alarmismo y más reflexión. Por otra parte, debe señalarse la ralentización del crecimiento del saldo positivo de los servicios que equilibra, en parte, el resultado negativo del comercio de bienes. Los ingresos por turismo han seguido aumentando, aunque a menor tasa, mientras que las remesas de turistas españoles al extranjero han acelerado su ritmo de crecimiento. El resultado de todo ello no puede ser más que el deterioro del déficit exterior.

Para abordar estas y otras cuestiones, el Gobierno tiene diseñada una estrategia de política económica que se basa en cinco ejes encaminados a conseguir una mayor productividad: la reforma del mercado de trabajo y diálogo social, la reforma fiscal, el refuerzo de la estabilidad presupuestaria, el plan de fomento empresarial y el recientemente presentado primer paquete de medidas incluidas en el Plan de Dinamización de la Economía, cuyas líneas de actuación se centran en la defensa de la competencia, en mejorar la eficiencia de los mercados de bienes y servicios y de factores (que incluye, entre otras muchas cosas, el apoyo a la internacionalización de la empresa y la creación de una Sociedad Estatal de Promoción y Atracción de Inversiones Exteriores), en impulsar la I+D+i y mejorar la calidad y la eficiencia del gasto público.

Sin duda, no podemos practicar la política del avestruz, y hacer como si no pasara nada, tal y como hizo el Gobierno del PP. El Gobierno socialista se ha encontrado con muchos deberes por hacer que está abordando con eficacia y decisión. Si el déficit por cuenta corriente representa la herencia del modelo de crecimiento del PP, los pilares del incremento de la productividad y la competencia que están asentándose a través de la política económica del Gobierno socialista, serán la vía, no sólo para corregir este desequilibrio, sino para garantizar el crecimiento en el futuro.

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