La memoria del dolor
Toda España recuerda en el primer aniversario del 11-M las escenas de dolor provocadas por la mayor masacre terrorista conocida en este país, y también la solidaridad sin límites protagonizada por los ciudadanos y las instituciones democráticas. El Rey Juan Carlos recordaba ayer a las víctimas de los atentados con estas palabras: 'Sus muertes, sus mutilaciones o cicatrices, su ejemplo y valentía, nos recuerdan día a día la deuda que tenemos contraída con todas ellas y con sus familias. No debemos, ni queremos olvidar a ninguno de ellos. Todos son igualmente mártires de la libertad y de la democracia; y sus familiares, mártires también en el sufrimiento padecido por la despiadada e injustificable pérdida de sus seres queridos'.
El discurso del monarca, en el que pidió 'unidad, determinación y cooperación' contra terrorismo, llegaba poco después de la declaración institucional leída en el Congreso de los Diputados por su presidente, Manuel Marín, en la que solemnizó también el recuerdo a las víctimas.
A un año de la masacre, todas las fuerzas políticas son conscientes de que las soluciones, además de preventivas, son también de índole social y deben llegar del esfuerzo policial; pero también de las respuestas políticas y culturales que se proyecten dentro y fuera de nuestras fronteras. Sobre todo, porque, a juicio de los expertos, las alarmas siguen encendidas.
Los monstruosos atentados han enseñado también que la economía española ha encajado con solvencia el duro golpe asestado por los terroristas, quizá debido a la larga experiencia de tener que convivir con la presencia de la barbarie que otro terrorismo de signo distinto, el de ETA, ha sembrado repetidas veces en España.
Es evidente que desde la destrucción de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, la variable del terrorismo se ha instalado en la escena internacional, aunque en casos como el de España haya tenido efectos casi imperceptibles por razones derivadas de su saneamiento económico.