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Columna
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La hora de las regiones

La Comisión Europea quiere resaltar el papel de las regiones en la UE. æpermil;stas tienden, como cualquier estamento público, a aumentar sus competencias y compiten para evidenciar su eficiencia y logros, según el autor, que analiza los pros y los contras del fenómeno

Con las sucesivas ampliaciones de la Unión Europea y la asunción de competencias por parte de la Comisión Europea ha aumentado también el papel de las regiones y la cooperación entre ellas, dando lugar a agrupaciones, especialmente las transfronterizas, denominadas eurorregiones y de las que ya hay más de 80, alguna de las cuales incluye miembros que no pertenecen a la Unión. Su configuración y propósitos son muy distintos. Su base legal se estableció en la Declaración de Madrid de 1980. Gracias al impulso del Consejo Europeo, que animó a los Estados a adoptar el marco legal que las hiciera posibles, y con la ayuda financiera de la Unión Europea a través de iniciativas como Interreg, su despegue se produjo en los años noventa.

La vida de las regiones, fuera de los tratados de geografía que explicitan criterios y las definen con rigor según cada una de sus dimensiones, ha sido siempre azarosa. El temor de los Gobiernos a tener instituciones que pudieran ser un contrapeso político importante y un riesgo de secesión fue un freno. Otro freno a la creación se dio cuando una dimensión histórica y cultural podía arriesgar la unidad del mercado o difuminar la homogeneidad del conjunto.

En sentido contrario han actuado factores como la conveniencia de que las decisiones se adopten cerca de su ámbito de incidencia, de manera que las exigencias concretas del territorio reciban la consideración debida. La proximidad de las Administraciones las hace más sensibles a las necesidades de la ciudadanía y, desde el punto de vista de la eficiencia, también facilita el control de su actividad y obliga a una rendición de cuentas que, a priori, debiera ser más rigurosa que la que se exige a los Gobiernos centrales.

Si aparecen ocho o diez agencias regionales de un mismo país en una feria internacional es probable que ninguna obtenga nada

Las regiones se han rehecho en la segunda mitad del siglo XX. Algunas a través de la devolution de cuotas de poder y autogobierno que se mantenían en el pasado, como en el Reino Unido. En España las comunidades autónomas son una mezcla de nuevas atribuciones y recuperación de otras precedentes. En Francia, donde la centralización siempre fue fuerte, el proceso ha sido más lento, pero también más homogéneo. En otros casos, como en la República Federal Alemana la configuración estatal siempre fue descentralizada.

Una razón de fondo para impulsar a las regiones e instar a la cooperación entre ellas, especialmente las que son limítrofes pero están en países distintos, es el fin de las fronteras económicas y la necesidad de aprovechar las economías de escala y de cooperación en el mercado único. Esto se ve facilitado por la mejora en las comunicaciones y por la conveniencia de hacerlas más fluidas, que permite decir que, en varios aspectos, la dimensión óptima, sin llegar a la estatal, es mayor que la de las regiones aisladas.

Las regiones tienden, como cualquier estamento público, a aumentar sus competencias y medios de todo tipo, buscan ser visibles para sus ciudadanos (electores) y compiten para evidenciar su eficiencia y logros, entre otros la capacidad de captar inversión extranjera, que se muestra como síntoma de la confianza que dan las autoridades a quienes vienen a crear empleo en su área. Tras la competencia también viene, más tarde, la cooperación que se espera, especialmente, en el terreno de las infraestructuras, el desarrollo turístico, la investigación y el intercambio cultural.

La competencia entre instituciones es dura y costosa, hasta tal punto que, sólo en Barcelona ciudad hay cinco representaciones regionales de un mismo país, que se superponen a las estatales. A veces esa competencia es dañina, por ejemplo si aparecen ocho o diez agencias regionales de un país en una feria de Asia es probable que ninguna obtenga nada. Este es un riesgo cierto, pero no el único. Si se utiliza indebidamente el poder regulador, la capacidad de acceso a mercados concretos podría reducirse. La magnitud de las dificultades puede apreciarse si se piensa en el conjunto de la Unión Europea de 25 socios, donde hay 254 regiones, alguna de las cuales es un país.

Los riesgos expuestos pueden relativizarse. Si actúa la Agencia Estatal de captación de inversiones, se pueden coordinar las regionales, se evitan duplicidades y mejora el atractivo del país. Si la regulación se hace en el marco correcto, esto es, la normativa europea, la Constitución, las Leyes de Bases y Estatutos respectivos se evitan distorsiones. Con este fin hay mecanismos complementarios como recabar dictamen de las autoridades de defensa de la competencia, estatales o regionales, antes de presentar al voto las innovaciones legales que afecten a la actividad económica.

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