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Columna
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El Libro Blanco de la dependencia

Entre 1991 y el año pasado el número de personas mayores de 80 años casi se ha duplicado. El autor, que se suma al Debate Abierto sobre la dependencia iniciado por Cinco Días, señala las virtudes y las carencias que aprecia en las directivas sobre el tema presentadas por el Gobierno

Llamamos personas dependientes a aquellas que precisan de la ayuda de otras para realizar determinadas funciones de la vida cotidiana. Personas mayores, discapacitados o con determinadas lesiones o dolencias, sufren dependencias en distinto grado: moderadas, severas o totales. En la actualidad existen en España 1.600.000 personas que padecen dependencias severas o totales.

Este colectivo de personas dependientes se incrementará debido al envejecimiento de la población. En 1991 existían, por poner un solo ejemplo, 1.200.000 personas mayores de 80 años. Hoy ya son dos millones, y en 2025 serán casi tres y medio. En un modelo de sociedad tradicional, la atención a las personas dependientes ha sido desarrollada en el seno familiar. El cambio de modelo de familia, y la fuerte reducción del número de sus miembros hará que los familiares ya no puedan atender a la dependencia creciente. Tendremos que articular un modelo que nos permita atender sus necesidades. No se puede dejar ni a la improvisación ni a la buena fe. Estamos ante una de las políticas que más recursos y atención precisarán en el futuro, y está todo por hacer.

Recientemente, el Gobierno ha presentado un Libro Blanco sobre la Dependencia en España, como paso previo para la creación de un Sistema Nacional de Atención a las Personas Dependientes. El Consejo de Europa ya lo recomendó en 1998: 'La cobertura de la dependencia forma parte integrante de todo sistema de protección social'. Compartimos el principio del derecho de recibir adecuada atención que cualquier persona dependiente posee dentro de un Estado del bienestar. Y todo ello con soporte público y universal de la prestación, que podrá ser desarrollada tanto por la Administración como por la iniciativa privada.

El Libro Blanco analiza el conjunto de prestaciones actuales para la dependencia, presentando algunas consideraciones que deberían tenerse en cuenta para futuras normativas. Señala los colectivos más desfavorecidos, apunta las desigualdades entre territorios, y apuesta hacia nuevas prestaciones en la áreas de seguridad social, sanidad, hacienda o servicios sociales. En su séptima consideración afirma: 'La futura normativa debería establecer el derecho a la protección social de la dependencia y concretar las prestaciones que lo hacen efectivo, determinando con precisión el sujeto del derecho y los entes responsables de reconocer esos derechos, facilitar las prestaciones y financiarlas, total o parcialmente'.

Amén del apoyo a las familias que cuidan en su seno a una persona dependiente, el Libro Blanco analiza los diversos instrumentos de atención, que enumeramos a continuación: servicios domiciliarios, teleasistencia, programas de intervención con familias y ayudas técnicas para la mejora de la autonomía, estancias temporales y centros de día, programas de vivienda y sistemas alternativos de alojamiento, residencias y sistemas de acceso a los servicios públicos. También aborda las diversas atenciones puramente sanitarias que la dependencia requerirá, propugnando una adecuada coordinación sociosanitaria.

Me ha parecido especialmente interesante el capítulo dedicado a la estimación del empleo que generará la implantación del Sistema Nacional de Dependencia. Calcula que su puesta en marcha generará alrededor de 200.000 puestos de trabajo anuales a partir de 2008. Sin duda alguna estamos ante uno de los más fuertes motores de empleo de los próximos años. Termina el Libro Blanco realizando una interesante comparativa con los modelos implantados en otros países, así como algunas consideraciones generales sobre la dependencia.

Estamos ante un buen documento técnico, realizado, sin duda alguna, por expertos y profesionales. Gran parte de su contenido es recopilación de trabajos previos, aunque hay que resaltar su esfuerzo de actualización. Creemos que se trata de un razonable documento de base para iniciar las discusiones que llevarán hasta el Sistema de Dependencia.

Pero el Libro Blanco se queda en eso, en un documento previo muy generalista, sin que pueda apreciarse compromiso alguno en sus páginas. Creemos que presenta algunas carencias. Las más importante la concreción del soporte financiero y presupuestario para financiar el conjunto de políticas. En su capítulo dedicado a los presupuestos, mira más hacia atrás que hacia delante, sin plantear compromisos financieros futuros.

De su lectura no puede inferirse un alto compromiso del Gobierno por abordar esta importante materia. Y no parece existir el suficiente acuerdo entre sus áreas económicas y sociales como para poder cerrar a corto plazo el sistema nacional, que precisaría además del apoyo del las comunidades autónomas.

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