Negocios y vida privada
El fulminante despido del presidente de Boeing, Harry Stonecipher, por mantener una relación sentimental con otra ejecutiva de la compañía ha desatado un intenso debate sobre dónde están los límites entre la defensa legítima de los intereses de una empresa y la intromisión inadmisible en la vida privada. El ejemplarizante despido de Stonecipher se produce, además, en una empresa que no se ha caracterizado precisamente por sus altos estándares morales en materia de responsabilidad corporativa. Phil Condit, el anterior presidente de Boeing, tuvo que dimitir en medio de un monumental escándalo por irregularidades en los contratos otorgados al fabricante por el Departamento de Defensa de EE UU. Es en este tipo de comportamientos, y no en las relaciones afectivas establecidas con plena libertad por dos ciudadanos adultos, en los que deberían extremar su celo los consejeros.