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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El triunfo del negocio típico

Las grandes empresas del Ibex 35 han obtenido unos excelentes resultados en el ejercicio pasado y han reafirmado así el firme proceso de recuperación iniciado en 2003. Pero, a diferencia de lo ocurrido en el año anterior, el notable avance de 2004 no ha sido generado por las fusiones o los beneficios extraordinarios, sino por el negocio típico y los resultados operativos.

Las ganancias de más de 25.000 millones de euros representan un progreso de casi el 20% en 2004. La cifra de negocios subió a un promedio del 10%, asentada sobre el crecimiento orgánico y las compras. Bien mirado, el comportamiento de las compañías ha sido incluso mejor al que muestran los números de sus beneficios. Esto es así si se tiene en cuenta que la mayor empresa industrial del país, Repsol YPF, se ha permitido realizar limpiezas en su balance. O que los principales grupos bancarios, por primera vez, han cargado las prejubilaciones a resultados y no a reservas.

Entre los sectores que aportan el grueso del beneficio neto y los mayores porcentajes de crecimiento destacan la banca y la siderurgia. En términos porcentuales, el beneficio de Arcelor ha crecido un 800%, mientras que el de Acerinox lo hizo un 140% gracias al alto precio del acero. En volumen, los bancos junto a Repsol y Telefónica vuelven a colocarse en los primeros lugares. El ejercicio de las constructoras ha sido también muy bueno, apuntalado por los contratos de obra pública y también por el negocio inmobiliario. Y, en un plano menor, también merecen señalarse a las eléctricas y el resto de energéticas: Iberdrola ganó un 14% más, Gas Natural un 11% y Endesa un 5%.

Los niveles récord de beneficios alcanzados este año no sólo extienden por segundo año consecutivo una senda de crecimiento. Ponen de manifiesto, sobre todo, la fortaleza de las empresas españolas, que se han recuperado con brío tras los batacazos de 2001 por la crisis argentina y de 2002 por las dificultades generadas por el retraso de la nueva telefonía UMTS.

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