Las nuevas bolas Callaway dan la victoria a Mickelson
La semana pasada, en el recorrido de Spyglass Hill, uno de los más difíciles de California, el golfista Phil Mickelson terminó con 62 golpes para apuntarse el Pebble National Pro-Am con cuatro golpes de diferencia. Una semana antes, en Phoenix, había cubierto los 18 hoyos con 60 golpes para vencer en el FBR Open con una diferencia de cinco impactos que jamás había conseguido. Hacía 13 años que Mickelson no vencía dos semanas seguidas.
¿Cuál es el secreto?, 'la bola', respondió sin dudar y añadió 'jamás había enviado la bola tan lejos'. Con anterioridad, Mickelson ganó el torneo Grand Slam, en Hawai, con una vuelta de 59 golpes. Casualidad, pensaron algunos, sobre todo porque su debut con la nueva bola Callaway en Oakland Hills fue desastroso y EE UU sufrió el mayor correctivo a manos del equipo europeo. Tras lo visto en Spyglass Hill, la teoría de la casualidad pierde peso.
Mickelson ha utilizado en estos torneos un prototipo de Callaway, la nueva HX 56, aprobada por la The United States Golf Association. Una bola que, según él, le permite ganar 30 metros de distancia con el driver. 'Ahora ya no iré siempre por detrás de Woods, Els o Singh', ha dicho.
La clave está en los hoyos de la esfera, en forma de pequeños pentágonos y hexágonos que optimizan la zona de impacto casi un 100%, así como la aerodinámica que asegura mejor trayectoria, más distancia y regularidad de vuelo incluso con viento.
La empresa Callaway está en Carlsbad, al norte de San Diego, y hace una década se dio a conocer con su famoso driver Big Bertha, que presumía de ser el que lanzaba la bola a más distancia. Ahora, la firma resurge con Mickelson.
Detrás de esta historia no hay ningún secreto: todos los golfistas tienen el deseo de enviar la bola cuanto más lejos mejor. Es el único modo de acortar el campo, de llegar cuanto antes al green y de disponer de más oportunidades de birdie. Los fabricantes hace años que mantienen una dura pugna para hacer realidad este deseo, lo que se traduce en importantes inversiones en investigación.
Multinacionales como Nike y Adidas, ésta última propietaria de la firma Taylor Made dedicada sólo al golf, hace años que pugnan por hacerse con el liderazgo en un mercado que no deja de crecer. El golfista quiere innovación y está dispuesto a cambiar su equipamiento si le ofrecen mejores prestaciones. Estudios de distintas marcas concluyen en la creciente dificultad de fidelizar al cliente. Un reciente estudio de Nike señala que el perfil del jugador de golf amateur 'corresponde a un individuo con posibilidades económicas de cambiar de palos' para estar a la última, dice el estudio. 'Un buen método para llegar al gran público es el patrocinio de figuras mundiales que demuestren con sus resultados las cualidades de los productos', explica. Por ejemplo, Nike mantiene un acuerdo con Tiger Woods.
Pero alrededor de las grandes marcas aparecen otras especializadas con un importante hueco en el mercado. Entre ellas sobresale Callaway, que ya con el Big Bertha forzó a otras firmas a buscar soluciones. Titleist, por ejemplo, desarrolló una bola, la PRoV1, que volaba 20 metros más que las que se conocían hasta entonces y Taylor Made lanzó el sofisticado driver R500.
Con la nueva HX 56 quizá se repita la historia.