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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa mira hacia España

España se pronunciará este domingo sobre la organización de la Unión Europea bajo la atenta mirada del continente. Será la primera consulta popular con repercusiones para toda la UE. Bruselas cruza los dedos ante esta primera cita con las urnas de la Constitución europea, puesto que el resultado del referéndum español puede marcar el proceso de ratificación de un texto que todavía debe superar citas populares tan complicadas como las de Francia, Reino Unido, Holanda, Dinamarca, República Checa o Polonia.

Un tropiezo, bien por el improbable triunfo del no o por un silencio abrumador de los españoles, puede pesar mucho en contra del proyecto. 'Por favor, ejerzan su derecho y voten', pedía ayer la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margot Walström.

El envite es de envergadura, aunque los enemigos del texto y quienes lo apoyan a regañadientes se empeñen en decir que no se debe dramatizar. La victoria del no dejaría en entredicho el compromiso de España con una Unión de la que, en 19 años, ha recibido nada menos que 105.000 millones de euros en ayudas regionales y agrícolas. Pero incluso la indiferencia del electorado, si alcanza niveles extraordinarios, puede comprometer tanto el proyecto constitucional como la sincronía de España con el motor de Europa.

La Constitución que España vota mañana es fruto de medio siglo de historia en común de la Unión Europea. Acondiciona el marco pensado para sólo seis países con un enorme grado de convergencia entre sí (Benelux, Francia, Alemania e Italia) para que puedan convivir 25 Estados con enormes disparidades en cuanto a tradición democrática, nivel de renta y vínculos internacionales extracomunitarios.

Esa heterogeneidad ha obligado a buscar un denominador común que todos puedan compartir. Nadie ha colmado totalmente sus expectativas. Ni siquiera Francia o Alemania. Pero tampoco se ha visto nadie obligado a renunciar a principios inquebrantables.

Por primera vez en Europa, los líderes de 25 países -la mayoría de los cuales estaba en guerra hace 60 años- han suscrito voluntaria y pacíficamente un deseo de integración constitucional, basado en la democracia y la libertad, a partir de un modelo económico de libre mercado, como no podía ser de otro modo cuando se unen 25 países capitalistas. Pero, por primera vez desde el Tratado fundacional de Roma en 1957, se anteponen los objetivos políticos y sociales a los económicos.

'La Comunidad tendrá por misión promover, mediante el establecimiento de un mercado común y de una unión económica y monetaria (...) un desarrollo armonioso, equilibrado y sostenible', afirma el artículo 2 de los Tratados vigentes. El mismo artículo en la nueva Constitución declara que 'la Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías'.

El avance es indiscutible. Y no hay segundas oportunidades. La cita con Europa es mañana y, aunque el resultado de este referéndum no sea vinculante, el Gobierno se ha comprometido a respetarlo. Europa espera el sí español.

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