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Columna
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La locomotora china sigue a toda máquina

China prosigue su veloz ritmo de crecimiento a pesar de las múltiples medidas de enfriamiento adoptadas por su Banco Central. El autor analiza este proceso y asegura que la mejor contribución que el país puede hacer para la resolución de los desequilibrios globales es fortalecer la estructura de su economía

Ángel Ubide

La economía china creció a una tasa interanual del 9,5% en 2004. Los temores de un aterrizaje, forzoso o suave, se han mostrado por tanto infundados, y la economía china prosiguió su veloz proceso de crecimiento a pesar de las múltiples medidas de enfriamiento de la economía adoptadas durante el año pasado por el Banco Central chino.

La inversión y las exportaciones, ambos creciendo a tasas interanuales superiores al 25%, fueron los responsables principales de este crecimiento, con el consumo subiendo a una tasa más moderada del 10%. Debido a la fortaleza del sector exterior, las reservas de divisas crecieron casi un 50%, y se sitúan ya en torno a los 600.000 millones de dólares. La inflación interanual se situó en el 3,9%, tras un máximo anual cercano al 5% a mediados del 2004.

Es en este contexto de crecimiento liderado por la inversión y el sector exterior, con inflación contenida, donde se debe situar el debate sobre que políticas debería adoptar china para contribuir a la resolución de los desequilibrios globales. La reciente reunión del G7 ha discutido de nuevo el tema de la posible revaluación del reminbi, pero las autoridades chinas han dejado muy claro que no lo contemplan en un futuro próximo. Como dijo hace unos días el gobernador del Banco Central, el reminbi no esta infravalorado.

Las recientes operaciones de inversión china en América Latina y en Rusia son un ejemplo del intento por diversificar sus reservas

La resistencia a la revaluación es comprensible, desde varios puntos de vista. La lógica de la revaluación es que la economía se está sobrecalentando, y que por tanto una revaluación contribuiría a enfriarla. El gran problema al que se enfrenta el Banco Central chino es que el mecanismo de tipos de interés no funciona, no consigue desacelerar la economía, sobre todo la inversión. Sin embargo, utilizar el tipo de cambio como sustituto no es la mejor solución. China tiene una economía peculiar, donde la ausencia de una red de asistencia sanitaria y de seguridad social implica una tasa de ahorro de las familias muy alta. Por tanto el consumo no va a ser el elemento que compense la caída deseada de la inversión, sino que tienen que ser las exportaciones. Desde este punto de vista, una revaluación sería contraproducente.

El otro argumento que se escucha frecuentemente es que la acumulación de reservas es signo de que el tipo de cambio esta infravalorado. Depende. No está para nada claro si el reminbi se apreciaría o se depreciaría si el tipo de cambio se liberalizara inmediatamente. Es cierto que los influjos especulativos probablemente se acelerarían, dadas las restricciones actuales. Pero también es verdad que es la actual acumulación de reservas del Banco Central es probablemente un sustituto de la no acumulación de dólares de los agentes privados chinos.

Por ejemplo, las recientes operaciones de inversión china en América Latina y en Rusia son un ejemplo de las autoridades chinas intentando diversificar la composición de sus reservas -la inversión directa extranjera china aumento un 27% en 2004, sobre todo en los sectores de recursos naturales y minería-. La liberalización de la balanza de capitales podría conllevar por tanto una fuerte salida de capital y la apreciación del dólar. Tampoco esta claro que haya una voluntad popular de revaluar. Los sectores agrario y exportador están claramente en contra -y no olvidemos que China tiene 700 millones de campesinos-.

El sector importador y la inversión extranjera tienen una posición neutral, ya que la gran mayoría de las importaciones tienen como destino la exportación. La clase política tampoco tiene ningún incentivo urgente, y el apoyo americano a Taiwán ciertamente no ayuda. El Banco Central sí que desearía una revaluación, pero en su ausencia puede continuar interviniendo en el mercado cambiario y esterilizando la acumulación de reservas.

En resumen, China modificará su sistema cambiario cuando le interese. La reforma del sistema cambiario es solo la quinta de la lista de prioridades del Banco Central chino, por detrás del reforzamiento de los instrumentos de política monetaria, el desarrollo de los mercados financieros, la reforma del sistema bancario y el fortalecimiento de la estabilidad del sistema financiero.

Por ahora la economía prosigue su senda ascendente y la prioridad es reestructurar el sistema financiero para hacerlo competitivo antes de la apertura al capital extranjero a finales del 2006. La inminente privatización del Banco de China y del Banco de la Construcción son etapas fundamentales de este proceso, y su resolución exitosa es probablemente una condición necesaria para empezar a hablar de la reforma del sistema cambiario. La mejor contribución que China puede hacer para la resolución de los desequilibrios globales es fortalecer la estructura de su economía.

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