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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aires de cambio en Francia

Desde su toma de posesión, en 2002, el Gobierno del primer ministro Jean-Pierre Raffarin ha avanzado muy lentamente en el plan de reforma del Estado comprometido por el presidente Jacques Chirac. La ola de huelgas que terminó con la gestión privatizadora de Alain Juppé en 1997 llevó a Raffarin a optar por la prudencia. Sin embargo, su Gobierno ha dado pasos significativos en algunos campos y no sólo logró apoyo legislativo para la reforma parcial del mecanismo de pensiones, sino que también sacó adelante importantes modificaciones en el funcionamiento de la sanidad pública. A día de hoy, los ciudadanos franceses conviven con un copago por cada consulta médica, a pesar de las protestas que desató la iniciativa en un primer momento.

Ayer, en medio de una nueva oleada de movilizaciones sindicales contra la política económica y educativa oficial, el ministro de Economía y Finanzas, Hervé Gaymard, sorprendió a Francia y a Europa con el anuncio de uno de los mayores programas de privatizaciones del continente. El Gobierno ha puesto calendario para la apertura parcial al capital privado de los gigantes estatales æpermil;lectricité de France (EDF), Sanef (operadora de autopistas), Gaz de France y la fabricante de equipos nucleares Areva, una megaoperación por la que espera ingresar unos 19.000 millones de euros.

Esta aceleración de la reforma privatizadora no viene sola. Se complementa con la votación hoy en la Asamblea Nacional de la ley que pone punto final a la jornada de 35 horas, una norma aprobada por los socialistas y muy contestada por la patronal. Y también con un importante recorte del número de funcionarios en 2006. Otra señal de que el Gobierno, al menos sobre el papel, quiere un Estado más pequeño y eficiente. Completa la serie reformista el paquete tributario que incluye una reducción de impuestos para la clase media.

Si Raffarin logra aguantar el embate sindical que acaba de comenzar, podrá ser recordado como el primer ministro que comenzó a enterrar el enorme poder que aún conserva el Estado en la economía francesa.

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