El reto de la trazabilidad
El 1 de enero de 2005 entró en vigor la obligación para todas las empresas implicadas en la producción, transformación y distribución de alimentos de garantizar la trazabilidad de los mismos, según dicta el reglamento europeo 178/2002.
Hay tres palabras clave para definir la trazabilidad: procedimientos, trayectoria y lote. La primera porque define el formato, contenido o soporte fundamental de la trazabilidad, la segunda porque establece uno de sus principales objetivos, que no es otro que disponer del rastro seguido en el camino desde el campo de cultivo, mar o factoría, por poner algunos ejemplos, hasta el consumidor final por parte del tercer elemento clave: el lote del producto alimenticio, es decir la agrupación o familia de productos alimenticios extraídos, producidos o transformados bajo condiciones similares en un momento dado.
Estrictamente, el reglamento europeo 178/2002 establece la obligación individual para cada miembro de la cadena de suministro alimentario: desde el productor agrícola o la comunidad de pescadores, pasando por el transformador o productor del alimento hasta el distribuidor o responsable de la venta final al consumidor.
Nuestra perspectiva profesional nos obliga a abarcar más allá y definir lo que denominamos el Escenario Marco de la Trazabilidad en el cual, a parte de los integrantes de la cadena de suministro, incluimos también a otros agentes clave, que en la práctica, van a jugar un papel relevante. Comenzamos por la Administración pública. Sus objetivos deben abarcar al menos dos frentes, bien la salud de los ciudadanos a través de la seguridad alimentaria, bien la competitividad del sector agroalimentario, el cual afronta la trazabilidad como un reto al que adaptarse. Por otro lado los agentes sectoriales y del conocimiento, donde incluimos a asociaciones profesionales, empresariales, agentes sociales, universidades y centros de investigación.
También tiene su papel el ciudadano o destinatario del producto, como elemento central sobre el cual deben versar todas las garantías del resto de agentes involucrados. Además está la opinión pública, canalizada a través de agentes como las asociaciones de consumidores o los medios de comunicación. Es indudable el papel jugado por los medios para movilizar a la sociedad en un tema tan importante como fue la llamada 'crisis de las vacas locas'.
Asimismo están los proveedores de servicios o empresas de consultoría, encargados de, según la especialización y la capacidad, asesorar, desarrollar e implantar soluciones que garanticen la trazabilidad a las empresas de la cadena de suministro. Y estrechamente relacionadas con la consultoría, encontramos a las entidades de certificación, como garantes de validez de las soluciones implantadas en las empresas.
Son muchas las productoras y distribuidoras preocupadas por el tema, pero aun hay un número no despreciable de empresas que no están preparadas para cumplir con el requisito legal más básico. Las empresas tienen varias posibilidades: una no hacer nada al respecto y esperar a verlas venir, otra, excusarse con mensajes, cuanto menos cuestionables, como 'la trazabilidad es cosa de mis proveedores', ambas opciones son igualmente problemáticas desde el punto de vista legal y del negocio.
Los hay sin embargo que están aprovechando la trazabilidad para mejorar su relación con los proveedores concretando acuerdos globales en materia de logística y trazabilidad, introduciendo nuevas tecnologías para mejorar al tiempo la eficiencia de los propios almacenes y plataformas de distribución, o mejorando su imagen ante el cliente final. Como siempre, el empresario con visión verá una oportunidad ante el reto de la trazabilidad, mientras que otros solo vislumbrarán barreras legales y económicas que salvar para seguir a flote.
El límite de hasta dónde llegar para garantizar la trazabilidad lo marca la propia exigencia de cada agente o institución por contribuir de manera excelente o suficiente a la sociedad en la que vivimos.
La trazabilidad es una cuestión de todos, no debemos dejar solos en su empeño a los productores, fabricantes o distribuidores.