Un reto inaplazable
Uno de los más importantes desafíos que tenemos que afrontar actualmente en el terreno de la salud pública es el que ha sido denominado ya por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como 'epidemia del siglo XXI', la obesidad, que durante los últimos años ha ido aumentando en las sociedades desarrolladas.
La obesidad es una enfermedad de carácter crónico que adquiere especial relevancia durante la infancia y la adolescencia, pues en estas etapas de la vida es cuando adquirimos los hábitos alimentarios que probablemente mantendremos durante toda nuestra vida adulta.
No podemos olvidar que esta epidemia tiene graves consecuencias sobre la esperanza y calidad de vida. Según la OMS, la obesidad está relacionada con las principales enfermedades no transmisibles, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o ciertos tipos de cáncer, que están en la base del 60% de todas las muertes que se producen actualmente en el mundo; un porcentaje que, de no actuar de forma inmediata, superará el 70% en el año 2020.
En nuestro país, la obesidad está también ganando terreno con el paso de los años. Hoy por hoy, uno de cada dos adultos tiene exceso de peso y el 14,5% son obesos. Y en la población infantil el problema es aún más preocupante, ya que en un periodo de tiempo muy corto hemos pasado del 5% al 16,1% de niños de entre 6 y 12 años con problemas de exceso de peso. Y no debemos olvidar que un niño obeso tiene muchas probabilidades de convertirse en un adulto enfermo.
Detrás de esta evolución se encuentran profundos cambios en nuestros estilos de vida, especialmente el consumo de dietas poco saludables y la falta de actividad física. Por ejemplo, la dieta de nuestros niños y jóvenes se ha ido alejando progresivamente de la llamada 'dieta mediterránea' porque ha aumentado el consumo excesivo de productos cárnicos, lácteos, bollería y bebidas carbonatadas al tiempo que ha disminuido la ingesta de pescado, frutas, verduras y cereales. Todo esto se agrava además por una tendencia creciente al sedentarismo en las actividades lúdicas, donde la práctica de ejercicio se ha sustituido por pasar horas delante de la televisión o del ordenador. De hecho, encuestas recientes nos indican que el 38% de nuestros jóvenes se declaran sedentarios en sus prácticas de ocio.
Estos datos nos han obligado a tomar medidas de forma urgente para frenar en nuestro país el aumento de la incidencia de la obesidad. El Ministerio de Sanidad y Consumo está trabajando, en colaboración con otros departamentos ministeriales, con las comunidades autónomas y con todos los sectores sociales y económicos implicados, en el diseño de la Estrategia de Nutrición, Actividad Física, Prevención de la Obesidad y Salud (NAOS), que será presentada en pocas semanas y que incidirá en la promoción de una dieta sana y equilibrada y en el fomento del ejercicio físico, así como en el establecimiento de actuaciones multisectoriales de prevención de la obesidad.
Porque lo que es evidente es que en esta batalla debemos implicarnos todos. Por eso, queremos concertar medidas con la industria alimentaria para reducir de manera progresiva el contenido en grasas, azúcar y sal de los alimentos y para regular la publicidad de alimentos dirigida especialmente a los niños. También con los establecimientos de hostelería y restauración para que ofrezcan menús cada vez más sanos. Con la comunidad educativa queremos promover entre los niños y jóvenes hábitos saludables de vida ya desde el colegio, mejorando los menús escolares y evaluando la oferta de comidas y bebidas disponibles en los centros para asegurar que se ajusta a las recomendaciones nutricionales.
Queremos colaborar asimismo con las entidades locales para favorecer la construcción en nuestras ciudades de más zonas verdes y deportivas. Vamos a potenciar desde el Sistema Nacional de Salud la investigación, la detección precoz, la vigilancia epidemiológica y el tratamiento de los trastornos alimentarios.
Y necesitamos también, y de forma urgente, establecer vías de colaboración con la industria del ocio y de la moda, y también con el sector de la publicidad y de la comunicación, para prevenir problemas como la anorexia.
Este es el reto que tenemos por delante. Somos conscientes de la magnitud del problema, pero aún estamos a tiempo de atajarlo. Y con la colaboración de todos seremos capaces de hacerlo. Trabajando juntos le podemos ganar el pulso a la obesidad. Impulsando patrones alimentarios adecuados. Educando a nuestros niños y jóvenes para que sepan componer dietas variadas, apetitosas y correctas. Logrando que las opciones más saludables sean también las más sencillas de adoptar. Y haciendo que hábitos tan sencillos como no prescindir del desayuno, comer algo menos y algo mejor y practicar ejercicio físico de forma regular se conviertan en prácticas habituales entre los ciudadanos.