La cintura europea
La obesidad está aumentando rápidamente, y la expansión de la cintura europea acarrea devastadoras consecuencias para la salud pública y enormes costos económicos.
Las estadísticas sobre la epidemia de la obesidad son preocupantes, particularmente las relativas a los niños. En el Reino Unido, un de cada cinco niños presentan sobrepeso u obesidad. En España, el dato se eleva al 30% de los niños y en Italia alcanza el 36%. Solíamos considerar la obesidad como un problema de Estados Unidos, pero estos datos muestran que ahora es un problema europeo. Y requiere, por tanto, una solución europea.
No se trata simplemente de una cuestión de imagen. Obesidad, mala nutrición y ausencia de ejercicio físico provocan enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, problemas respiratorios y aumentan el riesgo de cáncer. La combinación de los tres factores se encuentra entre las principales causas de mortalidad en Europa. Para decirlo sin rodeos, los adolescentes con exceso de peso de hoy serán mañana las víctimas de mediana edad de un ataque cardíaco.
Resolver el problema de la obesidad no sólo es importante en términos de salud pública; reducirá también los costes a largo plazo del sistema sanitario e impulsará la economía de Europa al permitir a nuestros ciudadanos llevar una vida saludable y productiva hasta una avanzada edad.
Afortunadamente, hay un reconocimiento creciente la existencia del problema. Y una voluntad de resolverlo a nivel nacional y europeo.
La Comisión Europea está haciendo su función al tomar medidas legislativas como, por ejemplo, para garantizar que las características saludables o nutricionales que se atribuyen los productos alimentarios no lleven a confusión, así como que se encuentren respaldadas por evidencias científicas.
Estamos también sopesando una propuesta legislativa que facilite a los consumidores una información clara e inteligible en las etiquetas de los productos alimentarios, de manera que no necesiten ser doctores en Bioquímica para entender su valor nutritivo.
Nuestro Programa de Salud Pública para los años 2003-2008 da prioridad a los proyectos que se enfrentan a la obesidad, y establece una red paneuropea de expertos que examinarán cómo promover una nutrición mejor y más ejercicio físico. Y la Comisión Europea se dispone ahora a sentar a todas las partes implicadas en una Plataforma de Acción sobre Dieta, Ejercicio Físico y Salud para combatir el problema.
Esta Plataforma de Acción, que se presentará el próximo mes de marzo, adoptará un nuevo e imaginativo planteamiento. Agrupará a todos las partes interesadas en atajar la obesidad, incluida la industria, las empresas de catering, consumidores y organizaciones sanitarias, los profesionales de la salud, los expertos en obesidad, los Gobiernos de los países miembros y los europarlamentarios, con la Comisión Europea actuando como fuerza motriz y coordinadora de la Plataforma.
Cabe esperar que todos los participantes en la Plataforma suscribirán voluntariamente una serie de compromisos, verificables pero no vinculantes, encaminados a frenar, y ojalá que a hacer retroceder, el aumento de la obesidad. Para conseguir este objetivo, los compromisos no sólo deberán lidiar con el lado de la ecuación relativo a la ingesta de alimentos, sino también con el ejercicio físico y otros aspectos relacionados con el estilo de vida.
Aunque todavía se está discutiendo la naturaleza de estos compromisos, espero que se tomen iniciativas en las siguientes áreas: educación e información al consumidor, marketing de productos alimentarios, composición de los alimentos y tamaños en su comercialización, promoción de la actividad física, con particular énfasis en los niños.
Todos los participantes, no sólo la industria, deberán aportar sus iniciativas y ejemplos de buenas prácticas. Y en cuanto a los compromisos que adopte la Plataforma, una importante proporción de los participantes tendrá que suscribirlos y comprometerse a cumplirlos. Espero que a lo largo de este año se acuerden los primeros compromisos.
Me ha animado la respuesta positiva a este planteamiento, sobre todo, por parte de la industria y soy optimista en cuanto al funcionamiento de la Plataforma.
Pero quiero dejar claro desde el principio que si esta acción voluntaria fracasa, la Comisión no tendrá otro remedio que legislar.
Me preocupa también proteger a los consumidores vulnerables, especialmente a los niños. La Comisión Europea ya ha propuesto una Directiva sobre prácticas comerciales desleales, que prohíbe las exhortaciones directas a comprar dirigidas a los niños y la invitación a los menores a atosigar a los padres con sus deseos. Me gustaría que la industria alimentaria no dirigiera hacia los niños anuncios de alimentos ricos en grasas, azúcar o sal.
No se trata de prohibir este tipo de alimentos, sino de evitar su consumo excesivo. Nuestro objetivo es que todas las partes trabajen juntas para promover hábitos alimentarios saludables y equilibrados , y conseguir que la industria, voluntariamente, ponga coto a la comercialización de comida basura entre los niños.
La Comisión Europea también está estudiando cómo asegurar que haya a disposición de los consumidores alimentos saludables, económicos y atractivos, así como iniciativas que promuevan la salud y física y un estilo de vida más saludable. Estudiaremos todas las propuestas al respecto que hagan de buena fe las empresas, los Gobiernos o la sociedad civil. Pero las dimensiones actuales de la crisis de la obesidad significa que ya no es posible no actuar.