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Columna
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Zapatero, a tus zapatos

Imagínese, estimado lector, dos sociedades que cotizan en Bolsa. La primera tiene unos fondos propios que son aproximadamente la décima parte de la segunda, con un beneficio neto casi a finales de 2004 cifrado en un décimo de los de la otra, con una deuda financiera de 7.102 millones de euros, de la cual algo más del 75% está contraída con entidades financieras y una de ellas es la segunda sociedad mencionada.

Y para no aburrirle con más comparaciones, recuerde que la capitalización bursátil de la segunda es doce veces la de la primera.

¡Bueno, dirá Vd., no hay nada extraño, se trata de dos sociedades muy diferentes! Y tendrá razón, pero la historia no termina aquí, pues queda una sorpresa: la primera sociedad afirma tener adquirido algo más del 3% del capital de la segunda, manifiesta que entre sus aspiraciones se cuenta el incrementar esa participación y pretende, contra la opinión del consejo de administración de la segunda, asegurarse un puesto precisamente en el órgano gestor de esta última. ¿A que la historia comienza a interesarle?

Y tanto, porque a todo lo dicho han de añadirse algunos rasgos picantes adicionales. Por ejemplo, que con ignorancia de las leyes -se desconoce si interesada o fortuita- los responsables de la primera sociedad en cuestión pretenden que el regulador del sector en que lleva a cabo su actividad la segunda se pronuncie de antemano sobre un supuesto que una ley de julio de 1988 determina claramente. ¡Ah, señor Gacetillero -me advertirá usted con toda razón-, pero eso es una gran noticia periodística, no un mero sucedido financiero! Pues, efectivamente, es una noticia, la noticia de las últimas semanas y por otros motivos adicionales que me apresuro a reseñar antes de sufrir su justificado enfado.

Bien podría juzgarse de temerario el abordaje emprendido por la primera de las sociedades en liza, pero es que, se dice en los corrillos financieros, el intento goza de las bendiciones de altos personajes muy próximos al actual presidente del Gobierno, pues no en vano el presidente de la segunda sociedad es persona de confianza del anterior presidente del Gobierno, y ya se sabe que , como decía Galdós, esto de los entrantes y los cesantes es hábito muy acrisolado en la historia política española. Claro que podría tratarse de un rumor sin fundamento pues, al fin y al cabo, el ministro del ramo en estas materias aseguró muy al principio que el Gobierno nada tenía que decir respecto a los vaivenes propios del nombramiento y cese de los altos responsables de sociedades privadas.

La afirmación sonó muy tranquilizadora, si bien algunos críticos de colmillo retorcido recordaron que no hace mucho tiempo se había producido el relevo del presidente de otra gran empresa -que también había accedido a tan encumbrado puesto durante el mandato del anterior presidente del Gobierno-, aun cuando en esa ocasión todo fue debido a los propósitos del principal accionista de la compañía en cuestión, lo cual encaja en la lógica empresarial más al uso.

Pero hace unos días el guión se complicó. El ministro del ramo -persona prudente y de gran experiencia en asuntos domésticos y europeos- se declaró preocupado por la posible pérdida de la 'españolidad' de la segunda sociedad e hizo votos por su futura estabilidad, y con ello dejó demudados a propios y extraños, pues se encuentra artificial el uso de ese concepto -tan menospreciado en otras cuestiones incluso más relevantes hoy en día- cuando, sin ir más lejos, una tercera sociedad española acaba de adquirir en el mercado inglés otra de aquella nacionalidad sin que sus autoridades pestañeasen.

¿Estará el señor ministro dando un empujoncito a las pretensiones de la primera sociedad o de otra netamente española? ¿Sabrá que ronda por ahí un tiburón extranjero dispuesto a aprovecharse de las dificultades de la segunda sociedad y engullirla? ¿Querrá que los rectores de esta se olviden de buscar un caballero Blanco que no exhiba pasaporte hispano? ¿O es que la doctrina ha cambiado y el actual Gobierno pretende que las empresas privadas juren que sirven al interés público tal y como aquel lo interpreta en cada momento?

Misterios que ni siquiera la omnisciente señora vicepresidenta del Gobierno reveló con ocasión de la exégesis efectuada a propósito de las manifestaciones del vicepresidente segundo y ministro del ramo.

Y por si faltase algún ingrediente, una conocida emisora de radio, por pura casualidad, entrega diligentemente a otro regulador del mercado -diferente del primeramente mencionado- unos documentos que podrían probar 'posibles irregularidades' en una operación privada en la cual estuvo directamente implicado el actual presidente de la segunda sociedad -¡recuérdese, amigo del anterior presidente del Gobierno!- que, como parece demostrado, estorba a unas cuantas personas de cierta influencia y ve su puesto amenazado, acaso por no haber previsto la conveniencia de contar con un 'accionista de referencia' que ahora le apoyase decididamente.

Pero no se preocupe, respetado lector, después que este regulador archivase el caso ha tomado cartas en el asunto nada menos que la Fiscalía Anticorrupción, abriendo diligencias informativas por si en esa operación privada y en las posteriores actuaciones supervisoras se hubiera derivado 'algún tipo de infracción penal'; puedo, pues, prometerle que la historia continuará.

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