Aprender a mirar la luz secreta de las perlas
Que Tiffanys acabe de abrir tiendas sólo dedicadas a la joyería de la perla (a través de su subsidiaria Iridesse) es un síntoma claro de que las perlas vuelven al podio de honor de la estética. Para acertar en la compra de las únicas gemas orgánicas de la tierra, compuestas de carbonato cálcico y conquiolina, hay que dejarlas rodar y apreciar los destellos luminosos que con el movimiento salen de su interior. La forma, el color y el tamaño va en gustos.
'La calidad de la perla depende del grosor de su capa de cultivo, que es lo que le proporciona capacidad para desprender luz interior, su oriente', explica Amparo Moyano, profesora del Instituto Gemológico Español (IGE). Para ver esas capas de cultivo se podrían utilizar aparatos de rayos X, pero está claro que esto no es algo que se lleve en el bolso. 'Después de mirar muchas, pero muchas perlas diferentes se aprende a distinguir. Hay que dejarlas rodar y ver como de unas sale luz interior y en otras no. Hay que mirar su oriente', aclara Moyano. Según explica, perlas naturales, en las que la gema no ha sido inducida por el hombre ya no hay más que en alguna subasta. Las perlas provienen de cultivos y según sean éstos, así será el grosor de las capas y así será la calidad de la perla y su duración en el tiempo. También hay, como en todo, imitaciones.
Tácticas como morderlas para descubrir la trampa (en la auténtica los dientes no resbalan sobre la superficie rugosa de la perla) además de incómodo de hacer en una joyería, lleva a engaño. 'Hay imitaciones en las que se recubre la superficie con polvo de sílice para dar rugosidad', explica Moyano.
'El collar tiene que ser uniforme, es lo que da valor alto a la pieza, que todas las perlas sean de la misma forma, tamaño y color', explica Francisco Javier Fernández, director general de Kailis en España. Esta empresa tiene a gala ser de las únicas que distribuye directamente a joyerías, las perlas que ella misma cultiva, selecciona y clasifica, 'sin intermediarios de ningún tipo', aclara Fernández.
Un cierre de oro blanco redondo como una perla es la marca inconfundible de quien lleva un Kailis.
Langosta, atún y 'Pinctada maxima'
Kailis es una corporación marítima australiana dedicada a la captura de langostas y atún. Pero también recoge, de su hábitat natural, la ostra Pinctada maxima, la productora de las perlas de los mares del sur. En estado salvaje se lleva a los cercanos cultivos de perlas que Kailis tiene por concesión del Estado australiano.Esta empresa posee el 25% de la cuota de todo el país, explica Francisco Fernández, director general de la firma en España. Allí, los cuidadores, alojados en un barco, miman los moluscos para obtener las perlas. Sólo las mejores, se distribuyen con su marca. En España, Kailis factura por distribución a joyerías unos cuatro millones de euros. Entre sus planes inmediatos está expandirse a Francia.