La reforma de las pensiones de Bush divide a EE UU
Salvar la Seguridad Social el sistema de pensioneses un desafío económico y una obligación moral', afirmó el presidente de Estados Unidos, George Bush, en su discurso radiofónico del sábado al país. En su intervención dijo que espera trabajar en el Congreso con los dos partidos políticos para cumplir con los compromisos de la Seguridad Social a través de su reforma. Ese consenso es necesario y va a requerir de mucho esfuerzo por su parte ya que su proyecto de reforma necesita de votos demócratas para ser ley y ni siquiera todos los republicanos apoyan un plan que supone la semiprivatización del sistema. El presidente ha empezado ya a promocionarlo pero muchos relevantes economistas están en contra y Wall Street tampoco bendice este plan, llamado Modelo 2, con el que se quiere evitar la crisis de la Seguridad Social.
En 2003, ésta repartió 471.000 millones de dólares a 47 millones de personas (un tercio, jubilados y, el resto, inválidos y viudos). A cada uno les supone unos ingresos medios de 10.700 dólares anuales. La demografía y las expectativas de vida hacen que cada vez haya menos cotizantes y más pensionistas y Bush dice que la próxima jubilación de los baby boomers hace inminente la crisis de un plan que muchos americanos complementan ya con fondos de pensiones, los llamados 401(k).
El sistema, creado por Franklin D. Roosevelt hace 70 años, afronta una fecha clave: 2018. Para entonces, los pagos empezarán a ser mayores que los ingresos. El actual superávit de caja de 1,5 billones de dólares permitirá afrontar las obligaciones de la Seguridad Social al 100% hasta 2052, según los cálculos de la CBO, (Oficina Presupuestaria del Congreso) y hasta 2042 según los fideicomisarios de la Seguridad Social. Luego llegarían las rebajas. En el Instituto de Política Económica recuerdan que los fideicomisarios han retrasado la fecha. En 1996 previeron la quiebra del sistema para 2029.
El superávit se consiguió por una subida de las cotizaciones hace 20 años pero el presidente aborrece esta fórmula. Bush asegura que los jubilados y los que estén cerca del retiro no se verán afectados pero quiere que, opcionalmente, los trabajadores más jóvenes transfieran cuatro puntos de sus cotizaciones (el 12,4% de su salario, con un tope de 1.000 dólares al año) a cuentas de ahorro para invertir en acciones y bonos. Esto habría supuesto que, en 2003, un tercio de los 536.000 millones de dólares recaudados se habría invertido. El presidente promete que no habrá recortes de pagos pero sus asesores creen que es inevitable y ocurrirá en la práctica ya que con el Modelo 2 las pensiones se actualizarán respecto a la inflación y no, como hasta ahora, sobre los salarios, que crecen más rápido.
Dudas sobre la propuesta
Incluso los que apoyan el plan tienen problemas para digerir su coste de transición (habrá menos aportaciones a la Segurida Social, que debe seguir pagando a sus beneficiarios). La CBO calcula que costará dos billones de dólares en la primera década y 23 billones más en los siguientes 20 años. Para cuando haya empezado a ahorrar el nuevo plan, en 45 años, EE UU tendrá una deuda 15 billones de dólares mayor.
Los analistas creen que la deuda y el actual déficit dará al traste con la confianza de los inversores por lo que, entre otras cosas, habrá subidas de tipos y bajos rendimientos para las cuentas de ahorro. Aun si se mantiene la confianza y las Bolsas logran una rentabilidad del 6,5% anual, con una cartera moderadamente agresiva, los ahorradores no conseguirían en los próximos 75 años lo que les promete la Seguridad Social.
Los republicanos dudan en dar su apoyo a la reforma por el coste y porque creen que es insuficiente al no plantear un recorte de prestaciones. Entre los demócratas hay quienes abogan por no hacer nada porque creen que el deficit será digerible hasta que el crecimiento y un cambio demográfico lo elimine. Otros creen que con una moderada subida de las cotizaciones no es necesario que Bush enmiende a Roosevelt.
Una legión de expertos entra en el debate
Los liberales
Paul Krugman, premio Príncipe de Asturias, asegura que Bush se ha inventado una crisis que sólo será real si se aplica su reforma. En el Instituto de Política Económica creen que el Modelo 2 deja fuera a inválidos, huérfanos y viudas para quienes no hay otra red de seguridad. Además, les preocupa el impacto de su coste en la estabilidad financiera del país, pues creen que el déficit del sistema es asumible. Dicen que el cálculo de 10 billones de déficit que maneja Bush carece de base científica por utilizar proyecciones al infinito. Con las previsiones a 75 años, dicho déficit sería de 3,7 billones, entre cinco y ocho veces menor que el provocado por la reforma de Bush en el Medicare (sanidad de la tercera edad) y los recortes de impuestos. James Roosevelt, nieto de Franklin D. Roosevelt, dice que su abuelo 'se habría opuesto a las ideas que promociona la Casa Blanca'.
Conservadores
El partido Republicano y los economistas que lo apoyan creen que el coste de no hacer la reforma excede al de hacerla. Este es el argumento de Bush y de think tanks conservadores como el Cato Institute y la Heritage Foundation. æpermil;stos creen que los mercados, sobre todo el de la deuda responderá bien al plan porque dicen que la posición a largo plazo del Estado no cambia. Algunos conservadores no terminan de cerrar filas porque el coste de transición les da vértigo. Muchos creen que directamente habría que recortar las pensiones.
Wall Street
El secretario del Tesoro y el propio presidente se han reunido ya con los inversores, un sector que puede esperar beneficios de la reforma por la mayor afluencia de dinero a los mercados y las comisiones de gestión de las cuentas. Sin embargo, no están convencidos de que les compense el daño que puede hacer al cuadro macroeconómico el coste de transición. Byron Wien, de Morgan Stanley, añade que 'la privatización no es la solución al serio problema de las pensiones'. Wien opina que el impacto de la transición en el déficit presupuestario y los tipos de interés impedirá que los republicanos, 'fiscalmente conservadores', acepten el plan.