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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El aterrizaje del boom inmobiliario

Hace apenas un año y medio que Pedro Solbes, entonces comisario Económico europeo, advertía sobre el serio peligro que entrañaba el aumento de los precios inmobiliarios para el conjunto de la economía española, al tiempo que ponía el acento sobre la necesidad de un aterrizaje suave de este mercado.

Los meses transcurridos parecen haber dado la razón al pensamiento del ahora ministro de Economía. Los datos de moderación de la gran fuerza de los precios y actividad en el sector abonan la idea de que la construcción ha comenzado a crecer con más lentitud, aunque sin sobresaltos a la vista. La continuidad de los bajos tipos de interés, una política ratificada esta semana por el BCE, asegura, al menos para el comienzo de 2005, una cierta garantía de que no habrá caídas abruptas que dañen al sector y a toda la economía española, cuyo crecimiento está basado fundamentalmente en la construcción.

Sin embargo, conviene permanecer alerta a la evolución trimestral del mercado. Es verdad que la especulación parece estar declinando debido a los precios récord alcanzados y también al renacer del mercado bursátil en 2004. Pero asimismo es cierto que cualquier giro inesperado a la baja de la Bolsa y de otros activos financieros podría volver a insuflar energía a la especulación inmobiliaria, que dista de haber clausurado definitivamente su ciclo alcista. En condiciones similares a las actuales, es decir, sin cambios en el precio del dinero, esto puede ocurrir.

Pero no debería olvidarse que la gran subida de los precios inmobiliarios en España no es un fenómeno enteramente nacional o ligado sólo a la creación del euro. También se trata de un ciclo que involucra a más de la mitad de los países desarrollados y que se disparó con más fuerza a partir del hundimiento del boom bursátil de 2000 y en relación con la fuerte emisión de la deuda en dólares de Estados Unidos. En este sentido, el devenir del ciclo monetario y crediticio internacional debe ser tomado muy en cuenta.

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