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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El dólar débil no resuelve el déficit

Las cifras del intercambio comercial de Estados Unidos en noviembre han confirmado la tendencia imparable del déficit comercial del país. El aumento mensual del 7,7% del saldo deficitario entre exportaciones e importaciones revela que el ajuste que exige el desequilibrio de la economía estadounidense no se alcanzará por la mera depreciación del dólar.

Después de tres años de una caída ininterrumpida de esta divisa frente al euro, que ya supera el 50%, las exportaciones estadounidenses siguen estancadas en los niveles de octubre-noviembre de 2001. Las importaciones, sin embargo, suben sin pausa. Cuando se conozcan los datos del comercio de diciembre, se verá claramente que el déficit de 2004 se situará en unos 600.000 millones de dólares, una cifra astronómica que duplica con creces el desequilibrio comercial de 2000, el último año de la Administración Clinton.

La política de dólar fuerte declamada por el secretario del Tesoro, John Snow, se ha convertido, a estas alturas, en una afirmación ritual cargada de ironía. Ayer, poco después de conocerse que el déficit de noviembre fue de 60.300 millones de dólares, Snow subrayó, una vez más, que Europa y Japón son la clave para que su país supere sus desequilibrios a través de una demanda fuerte de esos dos grandes bloques. Washington también reclama que China revalúe el yuan que está atado al dólar y cuya competitividad es responsble del 25% del déficit estadounidense.

Sin embargo, estas peticiones intentan exculpar a la política económica de George Bush de cualquier responsabilidad en la subida de los déficit comercial y fiscal de EE UU. Y evitan plantearse un necesario ajuste en regla, que pasa por revisar a fondo la política fiscal y el alto consumo basado en un endeudamiento sin límites de los consumidores. Sobre la base de ese ajuste la depreciación del dólar podrá ayudar a superar la situación. Seguir como hasta ahora puede llevar a una seria crisis a la mayor economía del mundo, algo que no podrán evitar Europa, Japón o China.

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