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Tribuna
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Gestión de derechos de autor en multimedia

Cuántas veces ha descargado usted música a través de internet? Más o menos la respuesta a esta pregunta suele englobarse en dos categorías: los que no paran de descargar archivos de música en formato MP3 desde las innumerables redes de intercambio de archivos o los que nunca lo han hecho pero que conocen a alguien que lo hace y no para de contarle lo bien que funciona y la cantidad de música que se está descargando.

Basta con disponer de una conexión de banda ancha a Internet como la que tienen más de dos millones de hogares españoles y descargar un programa gratuito de internet, para empezar a buscar música, películas o nuestros juegos favoritos. Y funciona. De repente, empezamos a descargar mucha más música de la que somos capaces de oír.

Y es porque hemos entrado sin freno en la era digital y somos capaces de todo. Sólo tenemos que pasar los archivos MP3 a un CD ROM con la grabadora de nuestro PC y ya lo podemos oír en el DVD que nos regalaron en el hipermercado al comprar la nueva lavadora. Luego, nos llevamos ese CD al coche donde ya tenemos de serie el compact disc que también reproduce MP3 (10 horas de música en cada CD). Después lo pasamos al reproductor portátil que utilizamos cuando sacamos a pasear al perro, luego a la palm, al móvil, a ...

Pero que nadie se lleve a engaño. Es ilegal. Cualquier copia o reproducción de material protegido por los derechos de autor es totalmente ilegal. Sin embargo, el programa de intercambio de archivos sí es legal, como se ha demostrado en las diferentes demandas que la industria musical ha puesto a varias redes de intercambio P2P (Peer to Peer). El resultado ha sido un claro triunfo de estas redes. Los jueces han dictaminado que los creadores de este tipo de software no son responsables del uso que los usuarios hacen de él.

Sin embargo la necesidad está creada. ¿No estaría usted dispuesto a pagar una pequeña cantidad por escuchar o descargar desde Internet la música que le interese? Algunos puede que no y tendrán que continuar bajando discografías completas que nunca llegarán a oír. Otros sí. Esto es lo que ha demostrado Apple, que ha vendido a través de internet más de 70 millones de canciones en un año con su servicio iTunes, a pesar de que sólo está disponible en EE UU. Existen más servicios de música por internet pero ninguno funciona en nuestro país y recientemente hemos visto el desembarco en Europa de iTunes y algún otro.

Esto se debe principalmente a los problemas que conlleva la gestión de los derechos de autor en la distribución de contenido digital. Lo que los anglosajones denominan Digital Rights Management (DRM). El emprendedor que se lance en esta aventura debe ser capaz de asegurar el control permanente y el pago por el contenido, de forma que todas las partes -autor, editor, intérprete, productor...- se lleven su parte correspondiente de los ingresos. La experiencia demuestra que si se protegen debidamente los derechos y se pagan los royalties, las discográficas permiten el acceso a sus catálogos para distribuirlo digitalmente.

Resulta curioso observar que el problema es la propia solución. Con una buena solución de DRM se resuelven los problemas asociados a la distribución de contenido digital y se permite la aparición de un nuevo canal de música mucho más amplio, posiblemente más lucrativo y que el usuario está reclamando.

Estas soluciones pueden ser usadas para gestionar el ciclo completo, incluyendo la provisión del contenido, su verificación, la notificación de nuevos contenidos para marketing, la entrega al cliente y el almacenamiento de información para poder realizar reportes y cargos a los usuarios. Todo, teniendo en cuenta siempre la salvaguarda de los derechos de autor.

Todos estos componentes están construidos sobre una infraestructura de DRM, que permite al distribuidor ofrecer su contenido evitando el intercambio fraudulento y posibilitando a los subscriptores volver a descargar un contenido por el que ya se ha pagado. En definitiva, parece claro que con la generalización en el uso de la banda ancha de internet se abren nuevos caminos y nuevas oportunidades en la distribución de contenido multimedia, a unos ciudadanos ávidos de sensaciones digitales.

En particular, la música está pasando de ser un material palpable, como un CD, a ser un servicio por el que mucha gente está dispuesta a pagar. Y que si en general el sector discográfico está sumido en una crisis importante, también están sobre la mesa las soluciones. En otros países ha habido y hay diferentes modelos de negocio con diferentes resultados. En España, el que sea pionero en este mundo incierto, tendrá varias ventajas. Entre ellas precisamente, la de ser el primero, como mandan los manuales del marketing en Internet, y tener esa experiencia por la que tendrán que pasar en el futuro sus competidores.

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