España es el país de la OCDE con mayor tasa de inversión
España ha experimentado durante los últimos ocho años el mayor avance de la tasa de inversión sobre PIB de los grandes países de la OCDE, y en 2003 registró la cota más alta de los países industrializados (un 26%). Pero la falta de ahorro ha provocado una necesidad de financiación creciente que en 2004 puede llegar a cifras récord.
Empujada por el descenso de los tipos interés, la inversión española ha experimentado un fortísimo incremento en la última década. La tasa de inversión ha registrado un avance de casi un punto anual desde el 21,9% del PIB que suponía en el año 1996 hasta el 26% del PIB a que llegó en 2003.
Según el informe Las necesidades de financiación de la economía española elaborado por el servicio de Estudios de Caixa Catalunya, España es ahora el primer país de los nueve analizados (Alemania, Estados Unidos, Bélgica, Canadá, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y España) en tasa de inversión, mientras que en materia de ahorro se sitúa en la media de los grandes países industrializados de la OCDE (Estados Unidos registra una media del 17% de su PIB en el periodo y Japón un 28,3%).
En 2002, último ejercicio para el que hay disponibilidad completa de datos, la inversión llegó en España al 25,2% de su producto, muy por encima de Japón, que con el 22,9% ocupaba el segundo lugar. En el periodo 1995-2002, España sólo es superada precisamente por Japón, con descensos continuos tras diez años largos de estancamiento.
Este acelerado ritmo inversor ha sido consecuencia fundamentalmente de la bajada vertical y estructural de los costes de financiación. Sin embargo, las necesidades de financiación de este gasto inversor han dado un fuerte impulso al déficit por cuenta corriente, que será al cierre de 2004 el más alto de los últimos años. El desequilibrio puede haber rondado el 4% del PIB en el ejercicio que acaba de terminar.
Y es que sólo hay dos formas para financiar el fuerte crecimiento económico de un país: el ahorro interno o el recurso al capital exterior. En el caso español, dado que el ahorro ha mostrado una tendencia contractiva en los últimos años, el proceso inversor ha disparado el desequilibrio externo.
Este fenómeno se reproduce sistemáticamente en España en los últimos 25 años siempre que se desata una fuerte expansión económica, y se invierte cuando el ciclo productivo lo hace.
Sin embargo en los últimos años, pese a su reducción paulatina, el ahorro ha mantenido una línea bastante estable: entre el 22% y el 23% del PIB, con una media para el periodo 1995-2002 del 22,5%.
Las empresas impulsan la necesidad financiera
Los agentes protagonistas de este acelerado proceso de inversión han sido las empresas y las familias, aunque no es desdeñable el papel jugado por el sector público, que, aunque ha mantenido sus niveles de inversión estabilizados, ha contribuido a mejorar el saldo financiero equilibrando sus cuentas. Con este equilibrio financiero estatal, el déficit corriente es enteramente imputable ahora al sector privado, con un saldo relativo negativo del 2,3% del PIB en 2003. Pero aunque tanto los hogares como las empresas han iniciado la carrera inversora en 1997, los hogares han llegado al momento actual con saldo financiero positivo, aunque únicamente de un 0,3% del PIB. Las empresas, por contra, han pasado de un ligero superávit en 1997 a un déficit (necesidad de financiación) del 2,6% del PIB). Y han sido las no financieras las que han lastrado más las cuentas exteriores de la economía española, con una necesidad de financiación del 4,1%.