Empresas españolas atrapadas en la basura de El Cairo
Dos empresas españolas se hallan embarcadas en el reto de recoger las basuras de la ciudad más grande de África, El Cairo, que pasa también por ser una de las más sucias, y la tarea está dándoles auténticos quebraderos de cabeza. Esta ciudad de unos 15 millones de habitantes genera en torno a 5.000 toneladas diarias de desperdicios, y hasta el año pasado su retirada era cosa de una casta cristiana de basureros (zabalines) ayudados por burros y carricoches.
Las empresas españolas Urbaser -del grupo Dragados/ACS- y FCC, además de dos italianas, respondieron a la licitación internacional para organizar en los próximos 25 años la recogida y el tratamiento de residuos en la capital egipcia. 'Sabíamos que El Cairo era una ciudad sucia -explica Lisardo González, director de Urbaser-, pero lo que no podíamos imaginar es que lo fuera tanto'.
La llegada de las empresas extranjeras fue vista con recelo por los cairotas, debido a que las autoridades municipales decidieron cargar una hasta entonces desconocida 'tasa de basuras' en la factura de la luz, proporcional al consumo de electricidad. En un país donde la electricidad está altamente subvencionada, los ciudadanos recibieron muy mal tener que pagar más por la basura que por la luz. 'La opinión pública egipcia se fija demasiado en la propia recogida y le cuesta ver que la tecnología extranjera está en el tratamiento de los residuos y la mejora medioambiental', comenta Enrique Feás, consejero comercial de la Embajada española.
El alcalde se niega a colocar papeleras y contenedores en algunas grandes avenidas por 'antiestéticos' y por el peligro potencial de que se pueda introducir en ellos una bomba
En todo caso, la tasa de basura fue llevada a los tribunales, que por dos veces la han declarado ilegal, con lo que los municipios se han visto privados de la financiación prevista para pagar a las empresas extranjeras.
Los ciudadanos se quejan también de la escasez de contenedores y papeleras en la ciudad, pero esto se debe a dos causas bien distintas: por un lado, los robos de contenedores, y por otro, a la negativa del gobernador (alcalde) de El Cairo a colocarlos en algunas de las avenidas más importantes porque los considera 'antiestéticos' y peligrosos por la posibilidad de que se pueda introducir en ellos alguna bomba.
Los 300 camiones que ambas empresas enviaron desde España para la recogida de residuos se eternizaron durante meses en las aduanas egipcias, donde pretendían imponerles un arancel de un 30%, pese a que están acogidas a una exención arancelaria. El entuerto obligó a intervenir al primer ministro, Ahmed Nazif, quien dio la razón a las empresas españolas.
Las dos empresas, conjuntamente con las italianas, redactaron un documento dirigido al máximo organismo de inversiones y que desgrana las trabas burocráticas y las arbitrariedades a que se han visto sometidas desde el inicio de sus trabajos, hace ahora 20 meses. El documento recoge multas que las empresas consideran abusivas por conceptos tan vagos como 'deficiente servicio', así como intentos constantes de los municipios de cambiar los términos del contrato para, por ejemplo, multiplicar los horarios de paso de los camiones, o el incumplimiento hasta ahora de la entrega de dos plantas para el tratamiento de residuos.
Y es que, si la tarea de recoger la basura de El Cairo puede parecer titánica, no lo es menos lidiar con la burocracia egipcia, famosa desde los tiempos de los faraones.