Fracasa la demanda por sexismo en Merrill
Stephanie Villalba, la ex alta directiva de Merrill Lynch en Londres que puso una demanda millonaria contra el banco de inversión, no logró demostrar que fue discriminada por sexismo, según decidió un tribunal británico en una sentencia conocida ayer. Fracasa así una demanda sin precedentes por la que esta ejecutiva, de 42 años, reclamaba a la entidad una indemnización de 13 millones de dólares (10 millones de euros), que habría la más alta nunca obtenida en los juzgados en Europa.
Un tribunal laboral de Croydon, al sur de Londres, falló que Villalba no fue tratada de forma menos favorable ni peor pagada por razón de su sexo. No obstante, el tribunal señala que esta ejecutiva, que fue responsable de banca privada de Merrill para Europa, fue tratada 'de forma mezquina y no razonable' cuando se decidió prescindir de sus servicios.
El tribunal londinense establece que la ex directiva de Merrill Lynch sólo cobre una pequeña parte de la indemnización que reclamaba. En concreto se establece un pago por despido improcedente de 55.000 libras (unos 79.000 euros).
Villalba, madre de tres hijos, casada con un banquero italiano y que vive en una mansión en el selecto barrio londinense de Belgravia, trabajó durante 17 años en distintos departamentos de Merrill Lynch en Nueva York y Londres. Relegada de su cargo en febrero de 2003 -y sustituida por otra mujer- denunció 'discriminación sexual, persecución, despido injusto y desigualdad salarial'. Según su testimonio, estaba peor pagada que sus colegas varones y había sufrido vejaciones por parte de sus superiores. Merrill justificó el despido en que la división que estaba a cargo de Villalba sufrió pérdidas de 45 millones de euros en 2002, más que ninguna otra a nivel global.
Michael O'Looney, portavoz de Merrill Lynch, declaró ayer que el banco está satisfecho de que el tribunal haya rechazado la estrategia de 'victimización' de la ex directiva. 'Hemos dicho desde el principio que éste era un caso sobre el rendimiento, no sobre género'.
El tribunal asegura que no ha encontrado pruebas de que existiera una 'cultura machista' en Merrill. Sin embargo, reprende los comentarios 'insensibles y arrogantes' del jefe de Villalba, Ausaf Abbas, quien se refirió a ella en una ocasión como una 'criada que trabaja duro'. Según el tribunal, este jefe hacía comentarios similares sobre otros empleados.
Además, el tribunal no considera vejatorio, como denunció la ejecutiva, que se le instara durante un vuelo de trabajo a que sirviera bebidas a sus colegas. La sentencia considera que en ese contexto, era normal que se pidiera a quien ocupara su sitio que sirviera las bebidas a los demás pasajeros.
La decisión del tribunal londinense puede enfriar otras demandas por sexismo contra Merrill Lynch, según opinó el abogado John Evans, de Coudert Brothers.
Un sistema retributivo proclive al favoritismo
Merrill Lynch queda libre de la acusación de sexismo en la sentencia del tribunal londinense, pero recibe muy duras críticas sobre sus métodos laborales. El tribunal señala que el proceso de concesión de bonus en el banco de inversión estadounidense era 'improvisado y subjetivo' y suponía 'un alto grado de riesgo de favoritismo'. Esto es así porque la decisión sobre la cantidad que se recibía era objeto de negociación individual y dependía en gran medida de la discrecionalidad de los máximos dirigentes de la firma. Además, el sistema de promoción interna era 'no transparente', dice la sentencia del tribunal laboral. El juzgado observa además que existe una 'enorme disparidad' entre las retribuciones percibidas por personal de similar valía y responsabilidad.Stephanie Villalba había denunciado que en enero de 2003 se le ofreció un bonus de 300.000 libras (430.000 euros) frente a las 400.000 libras (572.000 euros) que recibieron colegas varones con el mismo rango. Añadió que algunos ejecutivos a su cargo tenían sueldos mucho más altos que el suyo, que era de unos 110.000 euros anuales. En algunos casos esos salarios llegaban incluso al millón de dólares (750.000 euros). La sentencia no cree que esas desigualdades tuvieran una motivación sexista.