Otro modelo para el turismo
El sector turístico salvará el año 2004 con una ligera subida de actividad y del número de visitantes, pero con un estancamiento en los ingresos. Estos modestos resultados, aunque mejores de los esperados, deberían invitar al sector a poner en marcha una reflexión más profunda acerca del modelo de desarrollo. El pulmón de una actividad que aporta casi el 15% del PIB español ha sido este año la demanda interna, especialmente para los servicios hosteleros. Los visitantes extranjeros han empezado a dar la espalda a un destino turístico saturado, caro y de monocultivo. Y lo han hecho especialmente en los meses de verano, cuando las caídas de visitantes del exterior han llegado a experimentar variaciones alarmantes.
Las distintas Administraciones implicadas, pero más los empresarios que viven de esta actividad de ocio, han de buscar salidas a una minicrisis que puede crecer si no se ponen soluciones en los próximos años. Muchos tradicionales visitantes extranjeros han desertado de la oferta española convencional, porque con la globalización de los servicios turísticos ya se ofrecen destinos de calidad y seguridad similar y a precios más razonables. Al mismo tiempo, la generalización de los vuelos de bajo coste, esa gran apuesta competitiva contra las gigantescas compañías aéreas de bandera, ha proporcionado un aliciente adicional en la búsqueda de otros lugares de descanso y ocio, y puesto el foco sobre la carestía.
Seguramente, la calidad de los servicios turísticos españoles no ha dejado de crecer en los últimos años. Sería injusto negar que una parte de los excedentes ha ido a la reinversión, que en muchos casos ha supuesto tomas de posición muy interesantes de empresas españolas en el mercado turístico mundial. Pero los cambios de la oferta, tanto en diversificación como en calidad o precio, deben proseguir para que la primera industria nacional siga siéndolo pese al estrecho, duro y cada vez más creciente marcaje de la competencia.