A vueltas con el tipo único
El Gobierno ha iniciado los trabajos para una nueva reforma del IRPF, prevista para el próximo año, que tiene entre sus objetivos simplificar el impuesto y hacerlo más justo. Algo que, según algunos altos cargos del Ejecutivo socialista, puede conseguirse implantando un IRPF con un tipo único de gravamen. Es decir, un impuesto de la renta de carácter lineal.
La idea de implantar un tipo único no es nueva. Parte de la propuesta lanzada hace ya tres años por dirigentes del PSOE, entonces en la oposición, de realizar una reforma tributaria que simplificara el impuesto sin que mermara la recaudación. En 2001 se habló de estudiar un tipo único 'sin dogmatismos', en palabras de Jordi Sevilla, entonces responsable económico del partido y ahora ministro de Administraciones Públicas. Ahora, la bandera del tipo único es enarbolada por el jefe de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, Miguel Sebastián.
Sebastián plantea un tipo lineal del 30% con un mínimo exento general de 12.000 euros (cuatro veces más que el actual), para dejar exentas a gran parte de las rentas bajas. Todas las deducciones actuales desaparecerían. Una alternativa no tan radical, barajada también por Sebastián, sería aplicar dos tipos: uno general del 30% y otro para las rentas más altas del 35%.
La progresividad se mantendría elevando el mínimo exento que se aplica en el impuesto
La mayoría de los fiscalistas creen que es mejor optar por una reforma gradual en la que pervivan varios tramos
El vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, se ha limitado por ahora a hacer una llamada a la prudencia fiscal, sin asumir ninguna propuesta concreta más allá del deseo de reducir el número de tramos.
Pero, ¿es viable un tipo único sin perder recaudación y progresividad? La mayoría de fiscalistas están de acuerdo en que, teóricamente, es posible. Pero avisan de lo complicado que es pasar de un sistema con cinco tipos marginales (entre el 15% y el 45%) a uno sólo, por lo que aconsejan una solución intermedia. Es decir, reducir el número de tramos sin saltar directamente al tipo único.
Ángel Prieto, socio-director de P&A Consultores, asegura que la progresividad no reside en el nivel en que se fije el tipo lineal sino que 'depende, sobre todo, de qué forma se sitúen las deducciones y el mínimo exento'. Algunos expertos relacionados con la Agencia Tributaria, van en esa misma línea. 'La progresividad puede lograrse con un solo tipo de gravamen y un mínimo exento o una deducción de la cuota. Pero las escalas de gravamen con varios tipos ofrecen más posibilidades para configurar el grado y la forma de progresividad', señala Eduardo Sanz, secretario técnico de la Oficina Nacional de Inspección.
Miguel Cruz, socio director de Landwell-PwC y ex director general de Tributos en la anterior etapa socialista cree que el debate no debería centrarse en el tipo único. Cruz, que participó en la comisión de expertos encargada por el PSOE en 2001 para la anterior reforma del IRPF también cree que sería mejor centrar el estudio en la reducción de tramos y el recorte de tipos marginales.
Quién sí está de acuerdo con que se avive este debate es el Círculo de Empresarios, de tendencia neoliberal. 'En el Círculo vemos con simpatía la propuesta de un tipo único, aunque relativamente bajo, entre el 20% y el 25%, con un mínimo exento relativamente elevado. Un impuesto así sería mucho más simple y la simplicidad es uno de los principales requisitos de un impuesto bien diseñado', asegura Claudio Boada, director de la asociación.
Con un gravamen entre el 20% y el 25% se perdería recaudación, pero Boada cree que 'es asumible'. 'El tipo óptimo del IRPF para la economía no es el que más recauda sino el que mayor crecimiento económico permite', indica, recordando que con impuestos más bajos se anima a la actividad productiva. Una tesis que fue defendida por el Partido Popular para realizar sus reformas fiscales cuando gobernaba.
Entre los principales escollos para aplicar el tipo único está la dificultad política de eliminar deducciones como la de compra de vivienda, de la que se benefician hoy millones de contribuyentes. 'Sólo hay tres tipos de deducciones fiscales en el IRPF: la que se aplica por cargas familiares, por vivienda habitual y por planes de pensiones. Eliminar de golpe las mismas ocasionaría inestabilidad en muchos mercados', advierte Abelardo Delgado, del bufete Garrigues. Delgado hace hincapié en las deducciones por aportaciones a planes de pensiones complementarios, 'un pilar en el mercado financiero, cuya eliminación sería claramente distorsionante'.
Sin embargo, quienes promueven la reforma creen que lo realmente 'distorsionante' es primar determinadas fórmulas de ahorro (vivienda, planes de pensiones) en detrimento de otras.
El propio Sebastián reconoce que unos 2,3 millones de contribuyentes podrían salir perjudicados con el tipo único (precisamente aquellos que se benefician de estas deducciones), pero señala que 12 millones se beneficiarían. Según Arturo Jiménez, del bufete Díaz-Arias, algunos contribuyentes que deberían ser compensados por 'saltar' su tipo de gravamen al escalón superior. Jiménez también cree que la adecuación de las retenciones en nómina al nuevo IRPF sería más complicada con un tipo único. 'el periodo de adaptación sería mayor y la posibilidad de errores también más grande', anota.
Pese a ello, tanto Arturo Jiménez como Abelardo Delgado se muestran favorables a una reducción de tramos en el impuesto. La tesis del 'gradualismo' la comparten otros fiscalistas como Manuel Lagares, presidente de las dos comisiones de expertos encargadas por el Gobierno del PP para las reformas del IRPF de 1999 y 2003. Lagares es partidario de un impuesto con menos tramos que los actuales pero sin llegar al tipo lineal, debido a los 'problemas de redistribución' que acarrearía. Una opinión compartida por Juan José Rubio, ex presidente del Instituto de Estudios Fiscales.
Hay quienes creen imposible garantizar la progresividad del impuesto con el tipo único. Entre ellos figura Miguel Ángel García, del gabinete técnico de CC OO, que asegura que 'todas las simulaciones que hemos hecho indican que, o se pierde recaudación o se pierde equidad. Además, la cuestión debería centrarse en reducir la carga que sufren las rentas del trabajo en el IRPF'.
Pocos países tienen un tipo único en su impuesto sobre la renta, pero los que lo han implantado (entre ellos Rusia, Estonia o Eslovaquia) no están teniendo problemas recaudatorios. Estonia aplica un tipo del 26%. En 2003 recaudó 48.000 millones de coronas (4.060 millones de dólares), 6.000 millones de coronas más que un año antes. Estos países tienen sistemas tributarios muy alejados a los de la Europa occidental, por lo que las comparaciones son difíciles. Pero la idea lanzada por Sebastián es un buen arranque para iniciar el 'debate público' sobre la reforma que propuso recientemente el secretario de Estado, Miguel Ángel Fernández Ordóñez.