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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La energía eólica sopla fuerte

La planificación eléctrica y la obligación impuesta por la UE a todos sus miembros para que en 2010 su electricidad proceda en un 12% de fuentes renovables está dando un fuerte impulso a este tipo de energías. A ello está contribuyendo también el compromiso comunitario de luchar contra el cambio climático provocado por los gases de efecto invernadero, especialmente, el CO2. En el caso de España, la energía eólica se lleva la palma en cuanto a crecimiento, pues es la única que ha superado los objetivos del plan energético y podría cerrar el año con casi 7.500 MW de potencia instalada. A ello se ha sumado también, como en Alemania, la existencia de una potente industria nacional, con Gamesa, segundo fabricante del mundo de aerogeneradores, a la cabeza.

El Ministerio de Industria está trabajando en un nuevo plan de energías renovables y ha prometido ampliar la capacidad de los 13.000 MW previstos en 2010 a 20.000 MW. Además, prepara una reforma de la regulación del sector que discrimina a ciertas energías renovables, como la biomasa o los purines. Es cierto que la eólica es una energía a coste cero y que necesita menor prima que las otras, pero tampoco debe olvidar el Gobierno el impacto visual que provoca la concentración de molinos sobre el paisaje, que ha llevado a la resistencia de algunas comunidades autónomas a nuevas promociones. Amén de que se trata de una energía 'no gestionable', que no cubre los llamados huecos de tensión y causa problemas en el sistema.

Las empresas del sector, que domina Iberdrola, y REE han dado muestras de voluntad para solucionar estos problemas y han creado un grupo de trabajo común. El equilibrio (mix) que se exige a las energías convencionales debe hacerse extensible a las especiales, que tienen un carácter complementario y de defensa del medio ambiente, pues de su apoyo se pueden derivar avances tecnológicos en el futuro. Porque, pese a la apuesta por las renovables y al fuerte crecimiento de su capacidad, estas energías sólo supusieron en 2003 un 8% de la demanda eléctrica bruta.

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