Transparencia en las comisiones

En el último informe del defensor del cliente de la Bolsa de Madrid, la principal queja de los inversores se centra en las comisiones que se le hacen pagar. Si no se analizan con detenimiento, es fácil que se lleven parte considerable de la ganancia. Y es que son varias. Por parte de las sociedades y agencias de Bolsa, la de intermediación, la de administración y mantenimiento y la de traspaso de valores. A ellas se suman los cánones de Bolsa, fijos, ya que no dependen de los intermediarios.

Es difícil hacer una comparación homogénea de lo que cobra cada entidad, pues ofrecen muchas y diversas posibilidades y depende mucho del dinero que se invierta. Y esa variedad es bien recibida. Sería poco recomendable que todas cobrasen igual. La competencia que se ha producido en estos últimos años ha contribuido a que se abaraten. Por este motivo es de agradecer que los intermediarios lancen ofertas para captar clientes. Y, por supuesto, que tengan tarifas planas y la posibilidad de operar a través de internet, cuyo coste en comisiones puede suponer un ahorro de hasta el 50%.

Sin embargo, una vez más en este caso, la transparencia y la claridad son la base no sólo de una buena competencia, sino también para que las quejas de los inversores se reduzcan. Sería deseable que, al igual que ocurre con otros servicios, financieros o no, las entidades diesen a priori el coste, al menos aproximado, de cada operación. Es frecuente que el cliente no se moleste en conocer en detalle cuánto le van a cobrar y el disgusto puede ser mayúsculo, especialmente si la operación es de menor volumen y se aplica un mínimo que puede rondar entre tres y seis euros, incluso más.

Lo que resulta necesario es que desaparezca una comisión de las más altas, la de traspaso, que sólo se entiende por el deseo de las agencias y sociedades de valores de retener a sus clientes. A veces, contra su voluntad.