El doble impacto
El aumento sostenido de los precios del crudo tiene un impacto significativo en el crecimiento mundial, moderándolo, e implicaciones para la evolución futura de los tipos de interés en Europa. Según el autor, ahora no es momento de subir los tipos
El aumento sostenido de los precios del crudo tiene un impacto significativo en el crecimiento mundial y también tiene implicaciones para la evolución futura de los tipos de interés en Europa. Hace apenas unos meses, la perspectiva económica mundial parecía excepcionalmente positiva y sencilla de pronosticar. Tras la recesión estadounidense del año 2000 hubo tres años de crecimiento por debajo de la tendencia global; a principios de 2004 parecía que se iniciaba una aceleración considerable y sostenida.
Se trataba de una mejora más o menos generalizada. España, en los últimos años, siempre había tenido un mejor comportamiento relativo que la eurozona en su conjunto y parece que va a proseguir con esa tendencia en 2004. A comienzos de este año incluso había señales de que la eurozona en conjunto, aunque fuese con retraso, estaba incrementando su ritmo de crecimiento gracias a una mayor fortaleza de la demanda mundial. Antes de entrar en escena la espectacular subida del precio del petróleo, las mejores expectativas para Europa eran de crecimiento sólido en torno a una tendencia sostenible en todo el continente, con una continua mejora de los beneficios empresariales y el comienzo de una vuelta hacia niveles neutrales en los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo.
Los precios del crudo se han mantenido elevados durante más tiempo del que yo esperaba. Precios de entre 45 y 50 dólares por barril no se podrán justificar en términos de equilibrio fundamental entre demanda y oferta. Sin embargo, todo movimiento sustancial hacia los precios de equilibrio se ve obstaculizado por dos hechos relevantes. En primer lugar, el equilibrio entre demanda y oferta está muy ajustado y se espera que siga ajustado, en gran medida por el incremento de la demanda por parte de China. En segundo lugar, proliferan los riesgos por el lado de la oferta. La incertidumbre política en Venezuela, las huelgas en Noruega y Nigeria, los daños causados por los huracanes en el golfo de México y el asunto de Yukos en Rusia se han sumado a los riesgos ya presentes en Oriente Próximo.
Los precios más altos del petróleo actúan como un impuesto efectivo sobre las empresas y las familias
El impacto de la subida del precio del crudo sobre la economía y, por tanto, su impacto potencial sobre la política económica es doble. En primer lugar, los precios más altos actúan como un impuesto efectivo sobre las empresas y las familias. Para las empresas adquiere la forma de un acusado incremento de costes, que en muchos casos no pueden repercutir en precios finales más altos. Si esto además ocurre en un momento en que los precios de las materias primas y del transporte suben a niveles estratosféricos, la presión sobre los márgenes de algunas empresas es significativa. Para las familias, unos costes energéticos mayores llevan a una reducción de renta neta disponible.
Por ello, tanto para las empresas como para las familias, el impacto inicial es una reducción de la demanda. Dado que el precio del petróleo se expresa en dólares y que el euro se ha mantenido relativamente fuerte frente al dólar, España ha estado algo protegida de estas subidas de precio. Además, los datos de la Agencia Internacional de la Energía muestran que España es menos intensiva en energía que otras grandes economías europeas, y mucho menos que EE UU.
No obstante, el impacto ya se nota claramente en los datos: la producción industrial española ha bajado desde el 3,6% interanual en junio hasta el 1,7% en agosto. El impacto es visible en todo el mundo. La economía estadounidense tuvo un comportamiento más comedido en el segundo trimestre. Esta moderación se ha extendido desde entonces y las previsiones de crecimiento para la mayoría de las economías en 2005 están siendo revisadas a la baja, aunque sea sólo marginalmente.
La complicación añadida a la que se enfrentan los responsables políticos es que si se mantiene el elevado precio del crudo, éste podría trasladarse al proceso relacionado con el establecimiento de salarios y de precios, lo que supone un riesgo al alza para la inflación. Las presiones competitivas son intensas en la mayoría de los sectores. Esto acotará la repercusión de los costes, incluso a largo plazo, pero el riesgo está presente y supondrá una preocupación para el Banco Central Europeo.
¿Cómo influye todo este entramado en el BCE? En los próximos meses los riesgos económicos van claramente en incremento debido al petróleo. Por tanto, no debería considerarse en absoluto la posibilidad de subir pronto los tipos interés. En las declaraciones posteriores a la última reunión del consejo del BCE, el gobernador Jean-Claude Trichet adoptó un tono mucho más suave que en sesiones anteriores. Parece lo más apropiado. Ahora no es el momento de subir el tipo de refinanciación e incluso no habría que descartar la posibilidad de un recorte de tipos en el caso de que se intensifiquen los efectos adversos para la economía de la eurozona.
Hacer una previsión de los precios del crudo es una tarea harto complicada debido a la intrusión de factores políticos, que en la actualidad tienen más peso que los motivos puramente económicos. Aunque creo que los precios van a caer cuando disminuyan los riesgos del lado de la oferta, si es que esto ocurre. Podría ser una caída relativamente pronunciada. En un contexto tal, la economía española seguiría prosperando y el crecimiento económico de la eurozona en su conjunto sería más sólido para empezar el año 2005. En consecuencia, el BCE debería considerar una aproximación gradual a la subida de tipos de interés a partir de algún momento de la primera mitad del año próximo. Si el repunte de los precios del crudo se mantiene durante un periodo más amplio, el BCE debería mantener sus tipos bajos durante más tiempo y tendría que estar dispuesto a desestimar los posibles efectos transitorios sobre la inflación que pudieran producirse.