Barroso intenta evitar que su equipo se estrelle contra el veto del Parlamento
Una semana le queda al futuro presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, para lograr el apoyo del Parlamento Europeo a su equipo de comisarios. El portugués se reúne hoy con todos los grupos políticos para intentar evitar que, por primera vez, una Comisión se derrumbe sin haber tomado siquiera posesión del cargo.
La polémica más grave se centra en la cartera de Justicia, reservada al italiano Rocco Buttiglione. Pero Barroso, a juicio del Parlamento, tampoco parece haber acertado con el reparto de otras responsabilidades. La reunión de hoy intentará lograr que ninguno de los grupos mayoritarios voten en contra de la Comisión en el pleno parlamentario de la próxima semana.
Los socialistas y, en menor medida, los liberales, exigen al portugués que despoje a Buttiglione, de la cartera de Justicia, Libertad e Interior. Los dos grupos suman 288 escaños, 20 más que el Partido Popular Europeo, formación que respalda sin ambages la decisión de su correligionario Barroso a pesar de que Roma ha frenado o boicoteado la mayoría de iniciativas de armonización legal de la anterior Comisión.
Las declaraciones de Buttiglione durante su audiencia pública en el Parlamento, consideradas homófobas y misóginas por una buena parte de los europarlamentarios, acabaron por lograr que la Comisión parlamentaria de Libertades rechazase su candidatura por un estrecho margen
Los Verdes e Izquierda Unida Europea añaden otros 83 votos potenciales en contra de Buttiglione, mientras que la amalgama de euroescépticos (37 escaños) se alinean con Barroso.
Pero Justicia no es la única cartera que plantea problemas a Barroso. El portugués ha demostrado una extraña habilidad para encajar conflictivamente personas y responsabilidades. Quizá le han podido sus servidumbres hacia unos Gobiernos que, en su mayoría, son, como él, de filiación conservadora.
La holandesa Neelie Kroes, notoria en su país por copar puestos en consejos de administración, ha recibido la cartera de Competencia.
A la polaca Danuta Hubner, que se ha curtido en estos meses en la cartera de Comercio, Barroso le asigna la política regional. El mandato de Hubner coincidirá, sin duda, con el creciente traslado de los fondos comunitarios hacia Polonia.
El griego Stavros Dimas, cuyo Gobierno abona desde hace dos años una multa diaria de 20.000 euros a la Comisión por la deficiente gestión de un vertedero, relevará en Medio Ambiente a la sueca Margot Wallstrom.
El británico Peter Mandelson lidiará en Comercio con las batallas comerciales entre la UE y EE UU, en un momento en que Londres se muestra más atento a los dictados de Washington que a los de Bruselas.
La danesa Mariann Fischer Boel ha recibido la cartera de Agricultura, sector que conoce de primera mano. Además de sus propiedades agrícolas, su marido era, hasta septiembre, socio de una explotación porcina en Rusia.
Joe Borg, por último, se ocupará de Pesca. Su país, Malta, es conocido por su falta de respeto a las leyes del mar.
Responsabilidad compartida
Barroso ha montado un rompecabezas en el que ninguna pieza parece estar en su sitio. La responsabilidad del ex primer ministro portugués en este fiasco es relativa. Las capitales, sobre todo las más poderosas, pues por primera vez sólo tenían derecho a una cartera, han presionado para colocar a su representante en un puesto relevante.El Gobierno de Zapatero, que apoyó el nombramiento de Barroso, logró que Joaquín Almunia repitiera como titular de Economía. Berlín impuso una vicepresidencia económica para Gunter Verheugen. Sólo París salió mal parado (Transportes), por lo que sería la única capital que, probablemente, no vería mal un nuevo reparto.Pero las dificultades de Barroso para ganarse la confianza del Parlamento Europeo también se deben, en buena parte, al desprecio (o la ignorancia) del anfitrión de las Azores por la sensibilidad política de los grupos políticos europeos.Barroso dejó su puesto en Portugal en manos de un personaje de tan dudosa reputación como José Manuel Santana Lopes. En Bruselas está comprobando que esas decisiones no son baladíes.
La competitividad, objetivo de esta legislatura
Al portugués José Manuel Durão Barroso le tocará, si finalmente accede a la presidencia de la Comisión Europea, la amarga tarea de despedirse del sueño de Lisboa. Los líderes comunitarios se marcaron en el año 2000 en la capital lusa el reto de desbancar económicamente a EE UU en el plazo de una década.Barroso ha convertido en prioridad de sus cinco años al frente de la Comisión (2004-2009) el relanzamiento de aquella ambición. Pero, a mitad de camino, Bruselas se prepara para maquillar la renuncia a esa quimera con unos objetivos más tímidos y ajustados a la realidad.'La revisión de la estrategia de Lisboa debe servir para depurar los objetivos y renunciar a la retórica política de una supuesta carrera con EE UU', recomienda un miembro de la actual Comisión, cuyo mandato expira el 31 de octubre.En la próxima cumbre europea del 5 de noviembre los primeros ministros se disponen a llevar a cabo un primer ejercicio de revisión para aligerar la estrategia de Lisboa en 2005.El énfasis se pondrá en el incremento de la competitividad de las empresas europeas, un ángulo que puede herir sensibilidades medioambientales y sociales en el seno de la Comisión.'Es un error trazar una línea divisoria entre competitividad y otras áreas políticas', advierte un alto cargo comunitario. '¿Cómo se pueden separar, por ejemplo, competitividad y protección del consumidor?'.El alemán Gunter Verheugen, supercomisario de Industria, buscará la respuesta. Su defensa de la competitividad pasará por la creación de grupos de comisarios presididos por él mismo y por Barroso para vigilar que ninguna iniciativa comunitaria daña a las empresas europeas.