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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Televisiones responsables

El Gobierno ha enviado un mensaje nítido a las televisiones para que cese la emisión de contenidos inadecuados en los horarios que deberían estar dedicados a la audiencia infantil y juvenil. Este problema ha sido asumido con especial interés por el Ejecutivo, hasta el extremo de que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha hecho este fin de semana un llamamiento a que las cadenas de televisión implanten mecanismos de autorregulación. 'Si las televisiones no regulan sus contenidos, el Gobierno actuará', advirtió.

La secretaria de Estado de Asuntos Sociales, Amparo Valcarce, explicó a este periódico que su objetivo es que las televisiones públicas y privadas firmen un protocolo de autorregulación que garantice lo que sale en televisión en el horario protegido, entre tres de la tarde y diez de la noche. Una banda horaria en que hoy abundan los programas del corazón y de telerrealidad, y escasean los contenidos dirigidos específicamente a niños y jóvenes, no ya formativos -como sería deseable-, sino incluso de puro entretenimiento.

La reacción de las cadenas televisivas ha sido de cautela, a la espera de conocer con más precisión la propuesta del Gobierno. Todos declaran compartir el fin, una programación digna para niños y jóvenes, pero algunos desconfían de los procedimientos. La asociación de televisiones privadas Uteca ha advertido que, si el Gobierno regula qué se puede emitir y qué no, puede caerse en una situación de 'censura'.

No es fácil delimitar los contenidos de las televisiones privadas, prestatarias, no se olvide, de un servicio público por concesión administrativa. Pero la inacción ha desembocado en un abandono palmario por las televisiones comerciales del público menor de edad, abocado al consumo de la llamada telebasura. Es el momento de que el sector audiovisual ejerza su responsabilidad y busque un acuerdo asumible por todos. Siempre será mejor la autorregulación, aun imperfecta, que una intervención política que nadie desea, pero que, con la legislación actual, estaría justificada.

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