Las ayudas fiscales,una necesidad
La innovación tecnológica, la investigación científica y el desarrollo de la sociedad de la información son los grandes pilares sobre los que se asienta el desarrollo de las sociedades en el siglo XXI. Tres ejes señalados como ¢objetivos estratégicos de la UE¢ en el Consejo Europeo de Lisboa de marzo de 2000. Una reunión en la que se acordó un impulso decisivo y decidido a aquellas políticas asociadas a estos objetivos, que hagan posible la mayor competitividad de las empresas y permitan un crecimiento económico sostenido y una mayor cohesión social.
En España, en los últimos años las Administraciones públicas se ha esforzado por estructurar políticas que consigan la modernización de la sociedad y un grado superior de innovación, permitiendo el desarrollo de una economía tecnológicamente competitiva y de nuevas alternativas de empleo de calidad. Un impulso rotundo materializado tanto por la vertiente del gasto público, subvencionando proyectos de I+D, como por la de los ingresos, concediendo generosos incentivos fiscales a las empresas. El desarrollo de políticas de I+D es una necesidad acuciante y sobre ellas debemos construir nuestro futuro como sociedad y como país. Unas políticas de inversión en I+D que deben apoyar y potenciar tanto las iniciativas privadas como las públicas en un marco de globalización. En este sentido, hoy podemos ver dos grandes escenarios. El primero, el local, definido por las empresas españolas que apuestan por la innovación y requieren unas políticas de fomento y apoyo específicas: subvenciones, incentivos fiscales, etcétera. El segundo tiene como protagonistas a las multinacionales, que tienen en sus manos el liderazgo tecnológico, que deciden en qué países crean centros de competencia, que son la base para atraer inversiones.
España debe convertirse en país atractivo para ellas, si lo conseguimos, podremos ver en muy poco tiempo cómo se sitúa en cabeza de determinadas áreas de I+D, lo que supone beneficios inmediatos para la sociedad: transferencia tecnológica, formación de empleo, inversiones, industria auxiliar, etcétera. Si la pregunta es ¿cómo resultar atractivos? La respuesta es sencilla. España dispone de los profesionales cualificados y las infraestructuras necesarias, sólo queda poner en marcha iniciativas fiscales suficientemente competitivas que animen a las multinacionales a crear centros de I+D aquí. Es necesario establecer importantes desgravaciones a las inversiones que se hagan en I+D en España. El problema es que, hasta ahora, la percepción desde las multinacionales es que la Administración española está aún lejos de entender la operativa de los grupos multinacionales. La creación de los centros de competencia es una decisión política y se debe trabajar en conseguir crear proyectos competitivos, con un importante know how. Y para ello, hay que crear un marco de incentivo fiscal que debe ser competitivo proyecto a proyecto.
Incentivo a medio plazo. Si bien España sigue por debajo de la mayoría de los países europeos en gasto de I+D como porcentaje del PIB, la situación general está experimentando una mejora progresiva debida, en buena parte, a la introducción de las medidas de impulso. Así, son numerosas las compañías que están realizando inversiones que se encuadran en lo que la normativa fiscal califica como Investigación y Desarrollo e Innovación Tecnológica, que genera cada año de forma regular el derecho a un substancial incentivo fiscal en el Impuesto sobre Sociedades. En este panorama positivo, existe un factor que, en la práctica, está restando eficacia a la política de modernización: el hecho de que el incentivo fiscal en el Impuesto sobre Sociedades no se hag a efectivo hasta 18 meses después del inicio de los proyectos de I+D. Una circunstancia que provoca que, en las empresas, este incentivo no siempre sea considerado como un elemento clave a la hora de tomar decisiones de inversión en nuevas actividades de I+D.
En el caso de las multinacionales y teniendo en cuenta que las actividades de I+D se basan cada vez más en el capital humano y que cada día son más descentralizables, ese factor temporal de 18 meses esta restando a España una enorme capacidad para competir con otros países a la hora de tomar decisiones de localización de actividades de I+D. A pesar de tener el incentivo fiscal ¢más generoso¢, la realidad es que España pierde capacidad para traer esos proyectos y se están perdiendo grandes oportunidades de futuro y cuantiosas inversiones. No existe en el entorno de países UE ni OCDE un incentivo fiscal al I+D tan potente como el Español. Si estos incentivos pudieran aplicarse en el momento en que se deciden los proyectos, y no ¢a posteriori¢, se catalizarían de forma exponencial e inmediata las inversiones en I+D, al convertirse nuestro país en un destino inigualable. Una decisión que debe acelerarse, ya que somos conscientes que determinados países de nuestro entorno en la UE están estudiando aprobar incentivos fiscales similares al modelo español. Si no queremos quedar fuera, resulta urgente establecer fórmulas de anticipo de la deducción fiscal de I+D al momento del inicio de la inversión, una medida que producirá un incremento sustancial en las inversiones y facilitaría la consecución de los objetivos de las políticas económicas y tecnológicas.