La Bolsa y el freno de la vivienda
Los datos parecen empeñados en desmentir las previsiones de un aterrizaje, más o menos suave, de los precios de la vivienda. El publicado ayer por el Ministerio de Vivienda confirma que en el segundo trimestre del año los precios siguieron creciendo a tasas muy altas, un 17,42%, lo que sólo indica una leve desaceleración sobre el ritmo a que subían un año antes, un 18,73%. La impresión de los agentes del sector es que la demanda no está tan fuerte como en años anteriores, y los últimos mensajes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco de España han apuntado más a los riesgos a medio plazo de ajustes, incluso bruscos. No puede hablarse, pues, de que ya se esté detectando una ralentización en los precios del mercado inmobiliario, pero las opiniones más autorizadas indican que el impulso de los últimos años pierde fuerza y lo hará de forma más clara según tiendan al alza los tipos de interés en la zona euro.
¿Cómo afecta este escenario a la Bolsa? Los expertos consultados por este periódico no parecen alarmados. Consideran que un aterrizaje suave de los precios no sólo no sería perjudicial, sino que favorecería a la renta variable. Los valores más expuestos, incluidas las inmobiliarias, están preparados para un escenario menos benigno. Las constructoras han diversificado mucho su negocio y la banca compensaría una ralentización hipotecaria con mayores márgenes si suben los tipos.
Un cambio tranquilo de ciclo inmobiliario podría propiciar un trasvase de la inversión desde el mercado inmobiliario hacia la renta variable. En los últimos años, la vivienda ha subido a un ritmo mayor que las acciones (un 84% frente al 66% en el periodo 1995-2002), pero no ha sido así siempre. Ni tiene por qué ser así. Hoy por hoy los expertos ven más barata la Bolsa que la todavía disparada vivienda.