Cuando los árboles tapan el bosque
En la película Matrix los humanos están sometidos a la esclavitud de las máquinas y éstas, para que creamos vivir una vida que no es la nuestra, han diseñado e insertado en nuestros cerebros un programa informático que dibuja una realidad paralela. Una realidad paralela que, para nosotros, es la única verdad, pero que no es sino un programa informático que, de paso, da nombre a la película.
Como tal programa, consta de líneas de lenguaje informático, que a su vez están construidas a partir de ceros y unos. Y los héroes de esta película, los que saben que el resto de la humanidad es esclava, miran la realidad ficticia a través de una matriz de cifras y símbolos. En esta matriz ven la vida cotidiana de las personas.
¿Y a qué viene todo esto? Hace unos días el gerente de una empresa del mercado comentaba que él prefiere vivir en la realidad, en vez de mirarla 'como en Matrix', es decir, a partir de una serie interminable de números abstractos que, muchas veces, tiene poca relación con lo que ocurre realmente en la economía.
El descuento de flujos de caja de las empresas, los análisis técnicos de la Bolsa o los sistemas de arbitraje complejos son herramientas con las que observar la realidad económica que pueden servir para predecir o anticipar el comportamiento de los mercados. Pero no es raro que los expertos demasiado acostumbrados a ver números terminen ofuscados. Precisamente lo que reprocha el directivo antes mencionado.
El problema que tiene la obsesión por los números es que no se ve lo que hay detrás de estos. Lamentablemente, sabemos que el papel lo aguanta todo. Ayer mismo este periódico dio cuenta de una empresa que se salta a la torera el plan de negocio con el que los analistas, en teoría, construyen sus previsiones. Se da la paradoja, así pues, de que el lenguaje aparentemente más objetivo y menos sesgado -el de los números- deriva en justamente lo contrario, y la ayuda para el inversor se vuelve en su contra.