La sociedad nacida de la destrucción
El atentado terrorista del 11 de marzo en Madrid, como una macabra continuación del 11 de septiembre en Nueva York, ha agudizado los sentimientos bipolares de la sociedad. El mundo se mueve entre el optimismo y la angustia, el deseo y el repliegue nostálgico, la solicitud y la frustración. La sociedad nacida de esa destrucción adopta varias pautas de comportamiento que el equipo de Carat Expert, una división de la agencia de medios Carat España, ha sintetizado en el Libro de Tendencias 2004-2005, que hoy se presenta en Madrid en el Círculo de Bellas Artes.
El radicalismo crispado, la vida en un mundo fantástico y la denuncia continua del presente para llegar a otra forma de vida se presentan como las tres grandes tendencias de la sociedad actual. Su reflejo en el mundo de la publicidad y en otras manifestaciones artísticas parece claro.
Así, por ejemplo, detrás de la próxima edición 'retro' del Festival de Benicassim o de la recuperación de antiguos éxitos de la televisión como Starsky y Hutch, los autores del libro ven el regreso de un modelo perenne que tranquiliza a la sociedad y estructura las condiciones del éxito. Películas como El Señor de los Anillos o Harry Potter, el interés por el feng-shui, tai-chi e, incluso, la película de Tarantino Kill Bill son, según el libro, una manifestación de la necesidad del individuo por 'recurrir a potencias superiores para obtener soluciones eficaces'. En su opinión supone 'buscar una fuente de energía para reforzarse contra un ambiente desestabilizador u hostil'.
El estudio, que empezó a editarse el año pasado con las tendencias de 2003-2004, perfila un individuo que, atemorizado por una realidad que no le gusta, opta bien por replegarse en sí mismo bien por protegerse. Al tiempo, dibuja una realidad hecha a su medida en la que lo real y la ficción se mezclan. Pero, al final, siempre hay quien reacciona, quien intenta en su parcela cambiar el mundo.
Sobre todo esto planean anuncios de champú que al anunciar 'efecto planchado' transmiten la rigidez que invade la sociedad o la ola de decoración del hogar como ejemplo de disfraz de lo cotidiano.