Presupuestos, empleo y Seguridad Social
Los presupuestos de la Seguridad Social estiman que el número de cotizantes crecerá en unas 400.000 personas, cifra sensiblemente superior al crecimiento del empleo, estimado en un 2%, equivalente a 332.000 nuevos puestos de trabajo. ¿Son realistas una y otra cifra? En principio creemos que sí. Aunque el crecimiento económico no alcanzase el 3% previsto, el aumento del empleo podría rondar las previsiones. Ya ha ocurrido en años anteriores, donde con crecimientos del PIB alrededor del 2,5%, el empleo aumentó más del 2%. Véase si no el ejercicio 2003, cuando con un crecimiento económico del 2,5% el empleo lo hizo en un 2,4%. Sin duda alguna nuestro mercado de trabajo funciona mejor que a principios de los noventa, cuando para crear empleo neto hacían falta crecimientos por encima del 3%.
Esta traslación lineal de crecimiento económico y de empleo tiene una lectura muy positiva -mayor número de empleos-, pero también una negativa: los empleos que se crean son de baja productividad. Con estos datos, como no podía ser de otra forma, España crece en empleo mucho más que la media europea, pero retrocede en productividad y en valor por puesto de trabajo. El reto actual no es tan sólo crear empleo, sino empleo de alto valor añadido. Si seguimos perdiendo productividad, nuestro diferencial competitivo se terminará desvaneciendo.
Llevamos ya siete años en los que el ritmo de afiliación a la Seguridad Social es superior al del crecimiento del empleo. ¿Cómo es posible ese paradójico fenómeno? En un principio trató de justificarse en base a la afloración del empleo sumergido, que la EPA contabilizaba aunque su titular no estuviese cotizando. Es cierto que en estos años ha disminuido sensiblemente el empleo sumergido. Pero ese fenómeno sólo podría explicar un pequeño porcentaje del diferencial entre empleo creado y cotizaciones a la Seguridad Social. ¿Dónde radica el grueso de la diferencia? Existen algunas razones legales para que haya más cotizantes que empleos, tal y como la posibilidad de que una persona cotice en dos regímenes, autónomos y cuenta ajena, por ejemplo. Los desempleados que cobran su desempleo también cotizan a la Seguridad Social. Existen algunos casos más, pero tampoco ellos justificarían la abultada diferencia.
Si seguimos perdiendo productividad, nuestro diferencial competitivo se terminará desvaneciendo
Dos deben ser las razones más influyentes en este fenómeno. La primera es el criterio de cálculo de la EPA, varias veces modificado, y en puertas de un nuevo cambio. Pero sin duda lo más trascendente ha sido la intensa incorporación de inmigrantes, que poco a poco se van incorporando a la Seguridad Social, y que suponen un notable porcentaje en los nuevos cotizantes. Con la regularización en marcha se afiliarán a nuestro sistema más de 100.000 nuevos trabajadores. No debe extrañarnos, pues, que el número de nuevos cotizantes sea superior al previsto por el propio Gobierno. La Seguridad Social, a la que tantos dieron por muerta, seguirá proporcionando buenas noticias, y grandes superávit.
El diálogo social en marcha deberá dar frutos que permitan modificar la actual estructura de nuestro sistema de desempleo. Nos encontramos en los Presupuestos de 2005 con unos ingresos previstos por cotizaciones de desempleo de 19.162 millones de euros, mientras que los gastos estimados ascenderán a 12.688 millones. De nuevo un elevado superávit que se utiliza para paliar otras partidas del Presupuesto, y para enjuagar su déficit hasta transformarlo en superávit.
¿Qué se podría hacer? Pues mucho. Desde mejorar algunas de las prestaciones a los colectivos más desfavorecidos hasta modificar el actual sistema de bonificaciones a la Seguridad Social, pasando por un incremento de las políticas activas, ya de por sí completamente financiadas por el excedente existente. Especial importancia tendrían la reducción de la cotización por desempleo de los contratos fijos y la creación de un fondo de reserva, al igual del que ya existe en pensiones.
Creo que algo de esto se conseguirá en 2005, por lo que se podrán incorporar a los Presupuestos de 2006. No tiene ningún sentido que sean las empresas y los trabajadores -sobre todo las primeras- los que terminen cuadrando los Presupuestos en base a impuestos sobre el empleo, tal y como se consideran en verdad las cotizaciones sociales. Al igual que, afortunadamente, se ha eliminado la Ley de Acompañamiento, esperemos que también se logre finalizar con esa costumbre contra natura.