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Tribuna
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La globalización y el desarrollo sostenible

Mañana y pasado, 2 y 3 de octubre, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) celebran sus reuniones anuales. En ellas se abordarán la globalización y el desarrollo, y confío en que se reconozca de manera clara que el motor básico de una y otro es la empresa privada.

El enfoque estadounidense del desarrollo refleja los valores fundamentales de nuestra nación, un corazón generoso combinado con una obstinada necesidad de resultados. La iniciativa privada de empresas y familias es la primera causa del avance de una nación, y acogemos con agrado que el espíritu empresarial, la responsabilidad personal y los derechos de propiedad pasen al lugar que les corresponde en el admirable conjunto de ideales del desarrollo. Como explica el reciente informe de Naciones Unidas Impulsar el espíritu de empresa, los recursos del sector privado pueden contribuir al desarrollo de manera eficaz.

Tomemos el dinero que los trabajadores extranjeros ganan con esfuerzo y envían a sus familias en países en desarrollo. Dichos envíos ascienden a un total de 90.000 millones de dólares anuales. Este dinero, además de ayudar a que las familias puedan llevar alimentos a sus hogares, contribuye a que la gente construya casas, cree empresas e incluso contrate trabajadores.

'Confío en que el FMI y el Banco Mundial reconozcan de una manera clara que el motor básico es la empresa privada'

Otro ejemplo es la inversión extranjera directa, flujo que según el Instituto de Finanzas Internacionales alcanzará este año 225.000 millones de dólares. Es un instrumento de desarrollo especialmente eficaz, porque estimula el crecimiento con la transmisión de conocimientos y tecnología, el empleo, la productividad, la competitividad y la promoción del espíritu empresarial.

En el mundo en desarrollo, el ahorro interno es una fuente mucho mayor de financiación del desarrollo, estimada en más de dos billones de dólares al año. A medida que los países establecen políticas e instituciones que fomentan la inversión interna, ese ahorro puede respaldar ingresos crecientes, productividad y empleo.

Otro factor es el comercio. Una y otra vez, ha demostrado ser un potente motor de progreso en los países emergentes. Los que lo adoptan avanzan por un camino de crecimiento más rápido que converge con el mundo desarrollado. EE UU ha sido uno de los principales promotores del comercio libre y sin trabas. EE UU es el máximo importador de mercancías procedentes de los países en desarrollo, y el año pasado compró por valor de 680.000 millones de dólares, más de diez veces toda la ayuda oficial al desarrollo que los países en desarrollo reciben de todos los donantes.

Pero todavía queda más trabajo por hacer. Un estudio del BM estima que si las negociaciones de Doha concluyen con éxito, se podría sacar de la pobreza a más de 140 millones de personas y sumar 350.000 millones de dólares anuales a los ingresos de los países en desarrollo. El acuerdo marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en julio en Ginebra ofrece una oportunidad única para avanzar hacia un paquete final de medidas que abrirán los mercados al comercio -especialmente el agrícola- en el mundo. Por eso, todos los Gobiernos e instituciones deben seguir adelante para que la Ronda de Doha concluya con éxito.

En la Conferencia de Naciones Unidas sobre Financiación del Desarrollo celebrada en 2002 en Monterrey, México, los líderes mundiales reconocieron que la mayor esperanza para que el mundo en desarrollo materialice su potencial reside en que cada país asuma la responsabilidad principal de su propio desarrollo. La Cuenta del Reto del Milenio (CRM) es la respuesta de EE UU a este reto. La CRM concede ayudas a los países que gobiernan con justicia, invierten en su pueblo y fomentan la libertad económica, con el fin de animar a todos los países en desarrollo a adherirse a políticas económicas y sociales sensatas.

La CRM es una idea de sentido común que aprovecha las lecciones aprendidas sobre desarrollo los últimos 50 años. En sus cinco meses de existencia, la CRM ya ha seleccionado a 16 países asociados, que llegan hasta sus ciudadanos y proponen ideas innovadoras sobre el modo de superar los mayores obstáculos para el crecimiento y el desarrollo.

El Congreso de EE UU, con el apoyo firme de los dos partidos, autorizó que la Corporación del Reto del Milenio administrara la Cuenta y proporcionó 1.000 millones de dólares como financiación inicial para el año fiscal 2004. Para el próximo año fiscal, el presidente Bush ha solicitado 2.500 millones de dólares. A partir de 2006, el presidente se propone pedir al Congreso que asigne 5.000 millones de dólares/año, cantidad que se añade a un presupuesto de ayuda que en 2003 ya era un 50% más alto que en 2001. La CRM, combinada con la iniciativa del presidente para VIH/sida, que destina 15.000 millones de dólares en cinco años, y el crecimiento de nuestro habitual presupuesto de ayuda al desarrollo, nos pone en camino para aumentar un 75% nuestros niveles totales de ayuda en 2006.

Reducir la deuda de los países más pobres es una prioridad de nuestra estrategia de desarrollo. En el marco de la iniciativa mejorada en favor de los Países Pobres Altamente Endeudados (PPAE), 27 países han reducido en dos tercios la carga de su deuda, aproximadamente 32.000 millones de dólares en términos de valor actual, lo que les ha permitido aumentar su gasto en reducción de la pobreza. Además, EE UU va más allá de los generosos parámetros de este programa multilateral y condona el 100% de la deuda de dichos países con el país.

A pesar de todo este progreso, reconocemos que algunos países continúan soportando cargas de deuda insostenibles. Por eso, este verano en Sea Island, los líderes del G-8 acordaron trabajar para prorrogar dos años la iniciativa en favor de los PPAE y ver otras medidas para ayudar a los países más pobres a tratar su deuda.

La erradicación de la pobreza es una expresión del profundo ánimo humanitario de nuestra nación. Refleja el reconocimiento de que nuestro bienestar depende del de nuestros semejantes. Brindar a todos los pobres un mundo creciente de oportunidades resulta vital para dar esperanza, mejorar la vida de las personas y crear un mundo más seguro, democrático y próspero. Si lo hacemos, habremos marcado un hito en el camino hacia la eliminación de la pobreza.

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