_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El laberinto de los astilleros

Del conflicto de los astilleros públicos españoles se han extraído suficientes enseñanzas como para no seguir cometiendo errores, según el autor, quien propone la creación de un órgano de vigilancia y seguimiento del proceso de reconversión que ignore los réditos políticos

El conflicto de los astilleros se ha convertido en un laberinto. Quien se adentra en él se pierde en vueltas y revueltas, incapaz de encontrar la salida. Parece que sólo si aparece una Ariadna habrá un Teseo que sea capaz de encontrarla. ¿Existe Ariadna? ¿Hay alguna posibilidad de que alcancemos una solución que permita desactivar un conflicto de gran trascendencia económica y social y dedicar nuestras energías a causas más productivas?

Creo que Ariadna existe y que estamos desatendiendo sus llamadas. La SEPI afrontó el problema con decisión y valentía, y aunque se ha producido una cierta marcha atrás, su plan de actuaciones, con matices y correcciones que habrán de venir determinadas sobre todo por la negociación entre los agentes implicados, nos puede permitir superar la prueba. Pero el funcionamiento de ese plan exige una serie de condiciones que hoy por hoy están lejos de darse y que sólo se pueden alcanzar con un esfuerzo de generosidad que permita una razonable conciliación de posturas e intereses.

Hay unas premisas de las que no se puede partir, la de que todos los centros actuales sigan existiendo y la de que sigan formando parte del sector público

Ante todo, los nuevos gestores y el Gobierno deben terminar con la cantinela de la herencia recibida y de los errores de gestión del pasado. El palacio del poder ha cambiado de ocupantes, y ese palacio incluye un laberinto cuya existencia, por lo demás, es anterior a la llegada de los precedentes inquilinos. No se ha aceptado una herencia a beneficio de inventario. Hay que gobernar y mirar hacia delante, sin enfrascarse continuamente en la búsqueda retrospectiva de culpas y torpezas.

Pero también la oposición debe renunciar a la utilización política de las dificultades en que se encuentran los nuevos gestores. Comprendo que el recuerdo de las imágenes de líderes políticos subidos a una tarima improvisada arengando, megáfono en mano, a los trabajadores de astilleros y prometiendo carga de trabajo, al mismo tiempo que se fomentaban las manifestaciones de protesta contra el anterior Gobierno, constituye un incentivo muy fuerte para esa utilización política. Pero la gravedad del problema, económica y social (no hay que olvidar el impacto de la crisis sobre la industria auxiliar), exige que hagamos de la solución del conflicto un terreno de concertación y no un terreno de enfrentamiento.

Por último, las comunidades autónomas y municipios implicados deben asumir, sin renunciar a la defensa de los intereses de sus ciudadanos y del bienestar de sus territorios, el carácter más amplio y global del problema que se les plantea. Igual que los sindicatos deben afrontar un proceso de negociación cuyas premisas no pueden ser, obviamente, que todo siga como está y que el sector público siga alimentando el mantenimiento artificial de puestos de trabajo y de instalaciones industriales. Si hay unas premisas de las que no se puede partir, son la de que todos los centros productivos actuales sigan existiendo y la de que sigan formando parte del sector público.

Ariadna es el espíritu de concertación, la búsqueda de soluciones racionales y razonables aun con renuncia a los réditos políticos que puedan obtenerse de la solución del problema o de su no solución. Pero si sospecha que puede ser abandonada en la isla de Naxos, no contaremos con ella y el laberinto nos vencerá.

Por ello, creo que sería imprescindible, sin perjuicio de la gestión del proceso que corresponde a la SEPI, que se constituyera un órgano de vigilancia o de seguimiento de dicho proceso, en el que estén presentes el principal partido de la oposición, los Gobiernos autonómicos y municipales afectados y las propias confederaciones sindicales y empresariales. Sin réditos políticos, asumiendo que sólo el esfuerzo común permitirá encontrar soluciones que favorezcan el desarrollo económico de las regiones afectadas y que al mismo tiempo den respuesta a los graves problemas sociales con que nos enfrentamos, podemos alcanzar la salida y terminar con la pesadilla.

Creo que ya hemos extraído suficientes enseñanzas del conflicto como para seguir cometiendo los mismos errores. Si enseñamos al burro a deshacerse de su montura para ocupar nosotros su lugar, no hay que olvidar, como nos decía Cervantes, que el burro aprende y que también podrá deshacerse de nosotros más adelante.

Los actuales estallidos de violencia han sorprendido a todos. Me llamaron la atención, después del cambio de Gobierno, las declaraciones de un líder sindical afirmando, en relación con la violencia desatada en las protestas de los trabajadores de astilleros, que existía un cierto 'hartazgo' en la ciudadanía y que había que buscar nuevos métodos de lucha y de protesta. Se ve que los trabajadores no le han hecho mucho caso. Como hoy va la cosa de clásicos, a más de uno habría que recordarle lo de la Caja de Pandora y exigir que si entre todos conseguimos cerrarla de nuevo, tiremos la llave a lo más profundo del océano.

Archivado En

_
_