Predicar con el ejemplo
De un tiempo a esta parte, auspiciado por los escándalos contables de los últimos años, el buen gobierno de las empresas se ha convertido en una variable tanto o más importante que los resultados trimestrales. Los pequeños accionistas han comenzado a organizarse y a exigir que se les tenga en cuenta en las juntas, mientras que los reguladores del mercado han elaborado normas en favor de la transparencia y el buen gobierno.
En medio de este devenir en favor de la ética empresarial los fondos de inversión se han erigido en protagonistas debido a su capacidad para aunar las voluntades de muchos pequeños accionistas y hacer oír su voz en las juntas. A modo de ejemplo, el borrador del reglamento de fondos de inversión, que se aprobará en breve, prevé que las gestoras asistan a las juntas de aquellas compañías en las que tengan una participación significativa y vocación de permanencia.
El gobierno corporativo, en fin, ha irrumpido con fuerza en el mundo financiero y empresarial y tiene vocación de convertirse en un referente clave para los inversores.
Esta semana el Financial Times recogía las dificultades que está encontrando la compañía de análisis de fondos Morningstar para elaborar un ranking de las gestoras de fondos que aplican las mejores políticas de gobierno corporativo. Morningstar otorga una nota de la A a la F a las gestoras según una serie de variables como el cumplimiento de las normas, la calidad del consejo, la retribución de los gestores, las comisiones o la cultura empresarial.
Morningstar afirma que algunas de las principales gestoras del país no han dado a los analistas suficiente información sobre cómo se estructura de la retribución de los gestores, razón por la no han recibido la máxima calificación, una A, sino una B.
Mal empezamos si aquellos que se erigen como vigilantes del buen gobierno y la transparencia no predican con el ejemplo. Luego pasa lo que pasa: llegan los escándalos, la pérdida de confianza y las multas millonarias.