La comisaria Kroes, examinada con lupa
La UE predica a menudo la necesidad de impulsar el espíritu empresarial y la participación en los sectores privados, pero esa experiencia parece una lacra, más que un activo, en su propio proceso de selección de personal. La designación por José Manuel Durão Barroso de Neelie Kroes, 63 años, como futura comisaria europea de Competencia ha puesto de manifiesto las reticencias que provoca haber desarrollado un brillante currículo fuera de la Administración. La holandesa se ha tenido que comprometer por escrito no sólo a inhibirse en todos los casos que puedan afectar a las empresas con las que ha mantenido relación, algo elemental, sino incluso a no volver a caer en la tentación privada cuando deje el cargo. 'El compromiso es que nunca más volverá a tener actividad empresarial', afirmó ayer todo ufano un portavoz de la Comisión. Kroes ha merecido este auto de fe por sentarse en varios consejos de multinacionales, aunque en algunos sólo haya permanecido seis meses (P&O Nedlloyd) o poco más de un año (Volvo). La requisitoria a Kroes también ha descubierto pecados como haber dado un premio a Bill Gates durante su etapa al frente de la Nijenrode Business School, un prestigioso centro académico de Holanda.