Dudas de lo más razonable
Los interrogantes sobre la marcha de la economía son suficientes como para justificar el comportamiento plano de las Bolsas en las últimas semanas. Los índices bursátiles se encuentran atrapados entre soportes y resistencias que rara vez rompen, principalmente porque de momento no hay noticias que justifiquen una escapada hacia adelante.
Cada leve avance que se produce en una jornada se retrocede en la siguiente sesión, bien porque los inversores recogen beneficios, bien porque el precio del petróleo ha vuelto a sufrir una subida notable. La volatilidad ha volado de la Bolsa para instalarse en el mercado del crudo.
El impacto que el precio del petróleo puede tener sobre la inflación preocupa mucho a los inversores. Será interesante conocer mañana el dato del índice de precios al consumo del mes de agosto en Estados Unidos y la zona euro. De cómo evolucione este indicador podrían intuirse los próximos movimientos de los bancos centrales sobre los tipos de interés.
Se dan por descontadas las subidas de tipos en Estados Unidos y Europa. Lo que no está tan claro es el cuándo, especialmente en la zona euro, donde la fortaleza del ciclo económico está aún por confirmar.
Otra de las dudas de los inversores se refiere a los beneficios empresariales. Hay voces que advierten de que podrían comenzar a revisarse a la baja y hay quien teme una oleada de avisos de beneficio, los temidos profit warning, antes de que comience la temporada de publicación de las cuentas del tercer trimestre.
Debilidad en el empleo, déficit, elecciones en Estados Unidos, guerra, terrorismo...
Con tantas dudas e incertidumbres en el horizonte son pocos los que se arriesgan a apostar por una Bolsa alcista, sostenida y fortalecida por un elevado volumen de negociación. La palabra neutral puebla los informes de numerosas casas de análisis y bancos de inversión, mientras que la confianza de los inversores, como sucedió ayer con el índice ZEW de Alemania, desciende a niveles mínimos a poco que alguna de estas variables empeora.
El problema es que las perspectivas de otros activos, como la renta fija, son aún peores. Para el que quiera estar en Bolsa, ahora más que nunca se impone la selección exhaustiva de valores.