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Columna
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Kerry vs. Bush

Al poco de tomar posesión de su primer mandato presidencial, Franklin D. Roosevelt dijo sobre la presidencia de EE UU que 'no es simplemente un cargo administrativo. Esto es lo menos importante de ella. La presidencia es, ante todo, un liderazgo moral moral leadership. Todos nuestros grandes presidentes fueron faros que orientaron el pensamiento cuando ciertas ideas tuvieron necesidad de un rumbo preciso en el discurrir histórico de la nación'.

Desde la celebración de las convenciones nacionales de los dos grandes partidos de EE UU hasta el primer lunes de noviembre de cada año bisiesto, se desarrolla la larga y fastuosa campaña presidencial para engendrar al moral leadership de la nación más poderosa de la Tierra.

Con la celebración de la convención republicana se ha activado la fase final del mecanismo electoral. Sobre el ring, dos púgiles, el titular y el aspirante, Bush y Kerry. Como se dice en el sistema judicial norteamericano, Kerry versus Bush. Ambos quieren ser el futuro faro que ilumine la conciencia americana.

La democracia de masas, la democracia plebiscitaria y liberal, inicia, tras las primarias y los caucus preceptivos, el tramo final del más impresionante proceso electoral que conocen las democracias modernas, fastuoso, y pródigo en dinero -en su mayor parte privado, de los poderosos lobbies- .

La sociedad americana es una sociedad de consenso. Pese a la heterogeneidad racial y social que la alimenta, un 80 % de la población ha venido definiéndose tradicionalmente como de la midle class. Ese es un consenso social básico, otro es el consenso económico, creen en la iniciativa privada y la economía de mercado. Los europeos los criticamos, y defendemos con orgullo nuestro modelo social, tanto es así que los recortes sociales de Gerhard Schröder en Alemania pueden costarle la cancillería.

æscaron;ltimo consenso, el consenso político. Los estadounidenses comulgan con el llamado credo político americano, la igualdad de oportunidades, los derechos civiles y la democracia liberal. El Gobierno, decía Washington -hombre poco ilustrado pero extraordinariamente lúcido-, es como el fuego. No satisface todas las necesidades, pero sí algunas (calentarse, hacer la comida), pero hay que tenerlo lejos porque puedes quemarte, y hay que limitarlo con cortafuegos porque tiende a expandirse. Es el equilibrio de poderes de la democracia liberal, de cheks and balances.

Con tal nivel de consenso, es difícil que el combate entre los candidatos sea ideológico, y ello pese a que las convenciones nacionales de los dos grandes partidos aprueban su respectiva plataforma, algo así como el programa electoral.

Esta comunidad de valores provoca una permanente metástasis entre las plataformas, el Partido Republicano tiene algo de demócrata, y el demócrata algo de republicano. No se vota al partido, se vota al candidato. No se vota la plataforma, se vota al candidato. Su capacidad de liderazgo, de ser el moral leadership, de llevar a cabo el sueño americano, de dar seguridad en el sentido amplio, es decir, de garantizar el estilo de vida americano, el famoso american way of life.

El candidato que reúna estas condiciones será el vencedor. Ahora bien otra cosa es el mensaje, que debe ser sencillo, impactante y galvanizador de una amplia mayoría social, debe ser creíble y sintonizar con alguno de los valores de la sociedad americana. Este es el sabio consejo que le dio Clinton a Kerry, olvidarse de Vietnam y centrarse en economía y sanidad. Y es que en una campaña electoral en la que planea el fantasma del 11-S y de la guerra de Irak, Bush vende seguridad nacional y recuperación económica, mientras que Kerry quería vender demasiados temas, lo que da la impresión de no tener mensaje.

De momento, Bush aventaja en diez puntos a Kerry, es el efecto inmediato posterior a la celebración de la convención republicana, y por tanto es un efecto que podría desinflarse. Quizás convendría un cambio, pero la prometida retirada de Irak puede agravar la delicada situación del país en una zona de por sí inestable y explosiva.

Eso lo puede hacer España pero no EE UU. Bush, por el contrario, mantendrá el statu quo en la zona, pero a costa de engordar el déficit fiscal, y de no concentrar todos los esfuerzos necesarios en la recuperación económica. Queda mucha campaña por delante para saber quién será el futuro moral leadership.

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