La formación cambia de manos
El modelo de formación en las empresas ha sufrido una importante transformación, y es de esperar que su gestión sea ahora más eficiente y transparente. Desde el pasado 30 de junio, ya no son las organizaciones patronales y sindicales las que administrarán el grueso de los fondos para formación, sino que lo harán las propias empresas. Un cambio de modelo con el que se intenta evitar escándalos como los protagonizados durante los últimos años, cuando varias sentencias establecieron la existencia de fraudes en los que el dinero se destinaba a financiar a patronales y sindicatos, en lugar de destinarse a su objeto esencial, que es mejorar la capacitación de los trabajadores.
Además se pretende dar más peso a las comunidades autónomas en la gestión de los recursos, tras el dictamen del Tribunal Constitucional a favor de la reclamación planteada por la Generalitat de Cataluña.
El dinero destinado a cursos de formación se recauda cada año a través de las cotizaciones para formación y las aportaciones del Fondo Social Europeo. Y para este ejercicio las empresas dispondrán de más de 400 millones de euros. Quien invierta en formar a sus empleados podrá deducirse parte de los gastos del pago de las cotizaciones por formación a la Seguridad Social del año siguiente. Y las pequeñas y medianas empresas se verán especialmente favorecidas, ya que los gastos deducibles serán mayores cuantos menos trabajadores tengan éstas.
Todos los ojos están puestos ahora en las empresas para comprobar si ellas son capaces de aprovechar mejor que los agentes sociales los fondos de formación. Algo esencial para mejorar la capacitación del tejido productivo español y sus niveles de productividad en una economía globalizada cada vez más competitiva.