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Opinión
Tribuna
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Robert Zoellick analiza el acuerdo de la OMC

El máximo responsable de EE UU para el comercio internacional se muestra optimista con el acuerdo alcanzado la pasada semana por la OMC. Aunque afirma que es un hito histórico, reconoce que aún queda mucho por hacer para bajar las actuales barreras

A principios del pasado mes de enero, escribí una carta a todos los ministros de Comercio de la OMC, en la que recomendaba no dejar que 2004 fuera un año perdido para las negociaciones comerciales iniciadas en Doha. La semana pasada, 147 economías confirmaron que 2004 será un año productivo en este sentido.

El presidente de EE UU, George W. Bush, desconcertó a la sabiduría tradicional autorizando a la Administración estadounidense a convertir el éxito comercial en una prioridad, incluso en un año electoral, porque cree que los mercados abiertos construyen economías más fuertes y ayudan a crear empleo en EE UU y oportunidades en todo el mundo.

La próxima negociación consistirá en establecer los límites del nivel y la velocidad a los que queremos bajar las barreras comerciales al crecimiento y el desarrollo

La decisión tomada la semana pasada supone un paso crucial para el comercio mundial. Tras el desvío en Cancún, hemos encauzado de nuevo las negociaciones de la OMC. Hemos trazado una ruta para el camino que tenemos ante nosotros. La próxima negociación consistirá en establecer los límites del nivel y la velocidad a los que queremos bajar las barreras comerciales al crecimiento y el desarrollo.

Estamos ofreciendo una oportunidad económica estratégica, que combina un repunte del crecimiento económico mundial y la reducción global de las barreras al comercio, para aumentar dicha expansión económica. Todavía queda mucho por hacer. Pero el marco establecido la semana pasada es un hito. Consideremos algunas de las importantes decisiones que hemos tomado.

Hemos acordado la realización de reformas históricas en el comercio agrícola mundial. El marco convenido prevé la eliminación total de los subsidios a las exportaciones agrícolas que EE UU y otros países han estado solicitando durante decenios; nuevas sanciones a los créditos a la exportación y, por primera vez, a las empresas públicas; el mantenimiento de programas controlados de ayuda alimentaria por razones humanitarias o de desarrollo, y un compromiso global para armonizar los recortes en los programas de subsidios agrícolas que distorsionan el comercio mundial, para asegurar que los países con mayores subsidios estén sujetos a mayores recortes, objetivo buscado durante mucho tiempo por EE UU para nivelar el terreno con la UE y Japón.

Este nuevo marco reduciría más las subvenciones nacionales a la agricultura durante el primer año que lo que se logró en toda la Ronda Uruguay. El acuerdo también abriría mercados a productos agrícolas, con un compromiso -por primera vez en el ámbito de la agricultura- de que cuanto más altos son los aranceles mayores han de ser los recortes.

El paquete también nos compromete a todos a flexibilizar sustancialmente el acceso al mercado de todos los productos agrícolas, principio importante para un productor agrícola diversificado como EE UU.

En el ámbito de las negociaciones agrícolas, trabajamos con nuestros socios de los países de África Occidental con un excelente espíritu para lograr un buen enfoque para abrir los mercados al algodón de manera ambiciosa y rápida. Pero el texto también reconoce las necesidades de desarrollo únicas de estas economías, y EE UU se siente orgulloso de estar ayudándoles ya con programas innovadores que combinan ayuda y comercio.

En lo que respecta a los productos manufacturados, que constituyen casi el 60% del comercio mundial, hemos aceptado trabajar por un mayor acceso al mercado de todos los productos, desde automóviles a ordenadores y bienes de consumo. Veremos grandes reducciones de aranceles a través de una fórmula que recortará más rápido los aranceles más altos, complementada con la posibilidad de eliminarlos totalmente en sectores clave. Y emprenderemos nuevas tareas en el área de las barreras no arancelarias.

En cuanto al sector servicios, hemos acordado intensificar las negociaciones para abrir estos mercados, que actualmente representan más de la mitad de la mayoría de nuestras economías, tanto desarrolladas como en desarrollo. Y de manera importante, hemos dejado claro que los servicios están sin duda en pie de igualdad con la agricultura y la fabricación como área 'esencial' de acceso al mercado.

Por último, algo que no ha recibido tanta atención, pero que creo proporcionará muchísimos beneficios a las pequeñas empresas, es el lanzamiento de las negociaciones sobre facilitación del comercio, lo que significa que trataremos de reducir los trámites y el coste de venta a determinados países en un 5%, 10% o 15%. Solicitaremos la agilización de los procedimientos aduaneros para la entrega rápida, y la simplificación de los trámites aduaneros a menudo complicados que causan retrasos en las entregas y frustración a los pequeños exportadores.

Hemos recorrido un camino muy largo desde Cancún. Hemos dado un importante paso hacia la apertura de los mercados y la creación de nuevas oportunidades. Todavía queda mucho por hacer. Pero podemos construir sobre el buen trabajo realizado la semana pasada y conseguir resultados que mejorarán la vida de millones de ciudadanos, tanto en los países desarrollados como en los que están en desarrollo.

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