El 'mensajero' de la NASA tardará siete años en llegar a Mercurio
El lanzamiento se hizo esperar, pero mereció la pena. Después de treinta años, una nueva misión se dirige a Mercurio, el planeta más cercano al sol. Los efectos de la tormenta tropical Alex aconsejaron al personal de la NASA en Cabo Cañaveral posponer la misión un día. Por fin, a las dos y cuarto de la madrugada, hora local, la sonda Messenger inició su periplo.
El camino es largo. Mercurio y la Tierra están separados por 35 millones de kilómetros. La nave, cuyo nombre, además de significar mensajero, es un acrónimo de los términos superficie de Mercurio, ambiente espacial, geoquímica y alineación, en inglés; tardará siete años en recorrer la distancia. El último en realizar ese trayecto fue el satélite Mariner 10, que en tres vuelos realizados en 1974 y 1975 fotografió el 45% de la superficie del planeta.
Durante su viaje, de 7.900 millones de kilómetros, el Messenger efectuará 15 vueltas alrededor del Sol, así como una pasada por la Tierra, dos por Venus y tres por Mercurio, antes de entrar en la órbita de este último planeta. Las vueltas en torno a la Tierra y Venus tienen por objeto redirigir la sonda hacia su objetivo. La maniobra de entrada se producirá, si todo va bien, en marzo de 2011.
El proyecto, presupuestado en 356 millones, cuenta con la participación de empresas como Boeing, GenCorp Aerojet, Composite Optics o KinetX
El primer paso ya ha sido un éxito. El aparato ha sido diseñado por el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins (Maryland), que también ha realizado el instrumental científico. En su construcción han intervenido varias empresas. Boeing se ha encargado de la construcción del cohete Delta II, que impulsará al Messenger fuera de la atmósfera. GenCorp Aerojet y Composite Optics se han hecho cargo respectivamente del sistema de propulsión y la estructura, mientras que el equipo de navegación ha sido obra de KinetX. En el espacio, el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA se hace cargo de mantener el contacto entre el centro de control y el satélite a través de su red de estaciones de comunicación.
Muchas son las incógnitas que los científicos desean desvelar con esta misión. Mercurio, cuyo tamaño es ligeramente superior al de la Luna, tiene una densidad igual a la de la Tierra. Su composición es intrigante. Casi dos tercios del planeta están formados por hierro.
El instrumental de que dispone la sonda permitirá obtener imágenes en color de su superficie. El aparato recabará información para desvelar el origen de la enorme densidad del planeta, su historia geológica, la estructura de su núcleo, la naturaleza de sus campos magnéticos y la posibilidad de que exista hielo en sus polos. La cercanía del Sol hace que Mercurio registre a mediodía temperaturas en torno a 480 grados centígrados. Sin embargo, en el sombrío interior de los cráteres emplazados en sus polos, la situación es muy diferente. En esas zonas jamás expuestas a la luz solar la temperatura no supera los 184 grados bajo cero.
El proyecto ha costado 356 millones de euros y, con todo, forma parte del programa de descubrimiento de bajo coste de la NASA. El desarrollo de Messenger se ha visto espoleado por los recientes éxitos que ha obtenido la agencia en sus misiones de exploración de Venus, Marte y Saturno.