El ejecutivo perfecto
No es fácil trazar el perfil del directivo perfecto. Pero si de alguien puede tener rasgos es del fundador de Virgin, Richard Branson, del ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y del Dalai Lama. Lo explica el decano del Instituto de Empresa, Ángel Cabrera: 'Tiene que tener una mezcla de estas tres personas.
No es fácil trazar el perfil del directivo perfecto. Pero si de alguien puede tener rasgos es del fundador de Virgin, Richard Branson, del ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y del Dalai Lama. Lo explica el decano del Instituto de Empresa, Ángel Cabrera: 'Tiene que tener una mezcla de estas tres personas. Del primero, por su espíritu emprendedor; de Clinton debería tomar su habilidad como hombre de Estado, y del líder espiritual su sensibilidad con el entorno'. Es complicado que se ajuste a este retrato robot, pero sería lo deseable. Así lo afirmó Cabrera esta semana en unas jornadas sobre el papel de la empresa en el siglo XXI, organizadas por IESE, Instituto de Empresa (IE) y Esade en el Fórum de Barcelona. Los ejecutivos deberán dejar de lado su faceta burócrata y ser 'alguien que husmea posibilidades de negocio diferentes y originales'.
Un ejemplo a seguir, según el decano del IE, es el del empresario británico Richard Branson, que comenzó su andadura profesional a los 15 años dirigiendo una revista para estudiantes, para más tarde convertirse en vendedor de discos por catálogo. æpermil;ste fue el comienzo de su futuro profesional: en 1973 creó la compañía discográfica Virgin y lanzó con éxito el trabajo de su amigo Mike Oldfield, Tubular Bells, o el de otros cantantes como Phil Collins. Otro de sus logros empresariales, con los que desafió a las grandes aerolíneas, fue la creación de la compañía aérea Virgin Atlantic Airlines. 'Es el arquetipo de persona emprendedora, con capacidad para abrir nuevos mercados de negocio. A esto se añade la complejidad de la internacionalización de las empresas. Ningún negocio se salva, en estos momentos, de la globalización', explica Cabrera, que anima a los ejecutivos a adoptar la postura de un jefe de Estado, 'sensible a las relaciones entre los países, como lo fue Clinton'.
Tampoco debe olvidarse de los demás. Por tanto, ha de tener una sensibilidad como la del Dalai Lama. 'Tiene que ser capaz de ver cómo una empresa puede aportar valor a la sociedad de manera múltiple. Esto no es una moda porque los clientes tienen ahora más acceso a la información, tienen más dónde elegir para comprar y para invertir'.
'Cada vez es más difícil ser directivo', asegura Guillermo de la Dehesa
Además de todas estas cualidades, la alta dirección debe tener la capacidad para adaptarse al cambio que fuerzan las nuevas tecnologías, con el fin de ser más competitivo. De esta manera opina Mikel Urizarbarrena, presidente de Panda Software, quien asegura que los ejecutivos deben estar preparados para poder competir en mercados globales. 'Hay que tener dominio de idiomas porque las carreras ahora se desarrollan a nivel internacional, se mueven en ambientes culturales distintos', afirma Urizarbarrena.
No corren buenos tiempos para los ejecutivos. Las empresas andan obsesionadas con los resultados económicos, los mercados son cada vez más competitivos y la alta dirección está sometida a muchas presiones. 'El trabajo se desarrolla ahora en entornos inciertos y competitivos. Su trabajo es cada vez más difícil', asegura Guillermo de la Dehesa, presidente del Consejo rector del Instituto de Empresa, para quien el éxito de los ejecutivos depende de la sostenibilidad de la compañía a largo plazo. 'Tienen que ser capaces de adaptarse a todos los cambios que se están viviendo, entre ellos tienen que saber elegir los países en los que van a operar en los próximos años', afirma.
La apertura de mercados obligó hace tres años al grupo Indo a reorientar su estrategia apostando por la deslocalización externa. La empresa cuenta con factorías en España, Marruecos, China y Tailandia. 'La deslocalización se puede y se debe hacer con ética social. Así debe ser el directivo del futuro', afirma su director general, Antonio Olivella.
En este sentido, apunta Antonio Argandoña, director general asociado del IESE, que la responsabilidad social tiene que convertirse en un eje de gestión para el directivo del siglo XXI. 'El consejero delegado de una empresa tiene que ser el máximo responsable. Si la empresa es muy grande puede acompañarse de una persona expresamente dedicada a la responsabilidad social, con un cargo que así lo indique. Pero la inmensa mayoría de las empresas son pymes, por lo que no pueden permitirse el lujo de fichar una persona dedicada a responsabilidad social'. Asegura que las escuelas de negocios deben ayudar a la formación del directivo, 'pero él tiene la obligación de incorporar a la empresa los valores que observa en su barrio, en la escuela de sus hijos, en todas las actividades que desarrolla'.
Uno de los problemas que observa Pablo Larguía, fundador y presidente de Enjoy Entertainment, es lo mal visto que está en España el fracaso. 'En cambio, en Estados Unidos no existe problema. Hay que reclamar este espíritu emprendedor americano. Para mí, lo más importante para actuar de manera responsable es crear empleo. Es la mejor forma de repercutir en la sociedad'.
En opinión de Oded Grajew, presidente del Instituto de responsabilidad social Ethos de Brasil, 'el directivo del futuro no debe llevar una vida esquizofrénica y dejar en la puerta de la empresa sus valores éticos y sociales'. Al contrario, debe impregnar toda la empresa de estos valores. Tiene que dar ejemplo y estar alerta para que eso se cumpla. 'No basta con realizar acciones de mecenazgo, porque incluso el crimen organizado y el tráfico de droga también patrocinan equipos de fútbol. La responsabilidad social supone evitar que se utilice mano de obra infantil, si se engaña al consumidor, si se agrede al medio ambiente'. Además, señala Grajew, hay que tener en cuenta que el directivo del futuro es capaz de tratar bien a las personas que trabajan con él. 'El ejecutivo del siglo XXI debe saber que sin incorporar estos valores no será posible sobrevivir en este planeta', matiza.
El futuro es exigente para los directivos, pero también ofrece retos y oportunidades. 'Tenemos que posicionarnos para competir y para estar en permanente alerta', afirma el presidente de Panda Software, Mikel Urizarbarrena.
'Hay que prescindir del burócrata'
Si de algo tiene que olvidarse un directivo es del patrón que funcionaba hasta ahora. 'Ya no se lleva el estereotipo de directivo, centrado en mercados locales, varón, arrogante, con una competitividad desmesurada y con incapacidad para salir fuera', afirma el decano del Instituto de Empresa, Ángel Cabrera.'Hay que prescindir de todo eso, del ejecutivo burócrata. Antes, cuando se montaba una compañía se necesitaban expertos en navegar por las estructuras de la empresa. Y eso funcionaba'. Pero todo esto ha cambiado.'De repente, el mercado se ha globalizado y surgen nuevos mercados y el ejecutivo tiene que olvidarse de lo que hacia antes y ser un emprendedor'. En este sentido, afirma que ya no sirve ser 'un movedor de fichas de ajedrez'. Para Cabrera, el trabajo del directivo no es fácil, se complica cada día más.
'Debe generar confianza entre su equipo'
Tres habilidades definen, asegura Jordi Canals, director general del IESE, el perfil del directivo: la capacidad ejecutiva, estratégica y de liderazgo. En primer lugar, un directivo tiene que saber cómo conseguir hacer las cosas con eficiencia y a la vez ha de hacer que las personas se integren en la organización con sentido innovador y emprendedor. También ha de desarrollar lo que la empresa tiene que ser y obtener a largo plazo, ha de ser capaz de entrar nuevos mercados.El liderazgo va más allá, según Canals, de la capacidad operativa y de pensar a largo plazo. 'Tiene que ver con la integración de las personas dentro de la organización, con el trabajo basado en la confianza moral en ese directivo. Hay que tener en cuenta que las personas están cada vez más preparadas y son más exigentes'. Así, agrega que los profesionales 'quieren jefes listos, hábiles, que integren equipos y que generen confianza'. Es el pilar de la reputación corporativa.
'El ejecutivo tiene que ser respetuoso'
El directivo del siglo XXI tiene que responder al perfil del emprendedor clásico, pero debe incorporar la honestidad, la ética y la responsabilidad social como activos inherentes a la empresa. Ya no se trata de tener una postura coherente, sino que el directivo debe ser respetuoso con los trabajadores, proveedores y clientes como la mejor postura para ganar dinero.Lo explica el decano de la escuela de negocios Esade, Xavier Mendoza: 'El éxito empresarial se está redefiniendo, porque ya no es sólo el único objetivo del éxito económico, que está virando hacia la aceptación social de lo que produce la compañía'.En su opinión, 'la responsabilidad social, que necesariamente tiene que interiorizar el directivo del nuevo siglo, no empieza después de los beneficios, en la última línea de la cuenta de resultados. Empieza arriba, en las ventas, lo que quiere decir que implica a toda la organización de la empresa'.