Ayer y hoy de la salud del español
En 1993 los españoles dormían más, tenían menos enfermedades crónicas y agudas, sufrían menos accidentes, padecían menos problemas de obesidad, bebían un poco menos, fumaban bastante más y, sobre todo, creían que su estado de salud era mejor.
Así, en esa fecha sólo siete de cada 100 personas definía su salud como mala o muy mala, mientras que en 2003 ese porcentaje rozó ya el 10%. De este modo, aunque un amplio 67,3% de españoles afirma en las encuestas que se siente satisfecho con su bienestar físico y mental, la visión general que tiene la población de su salud ha empeorado en la última década. En Europa sólo los italianos y los portugueses tienen una opinión peor sobre esta cuestión.
æpermil;sta es una de las principales conclusiones del informe Salud y estilos de vida en España, editado por la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) y elaborado por la empresa de estudios sociológicos Colectivo Ioé en colaboración con la CECA. El estudio, que fue presentado ayer en Madrid, está basado en datos extraídos de las Encuestas Nacionales de Salud y de Eurostat, todos ellos recogidos en la década que media entre 1993 y 2003.
'Hemos observado ciertas tendencias preocupantes, como el aumento del consumo de medicamentos, de las enfermedades crónicas y agudas, de los accidentes y la obesidad y el empeoramiento de la percepción de la propia salud por parte del ciudadano, pero no es una situación catastrófica. Recordemos que el 90% de la población no cree que su salud sea mala', explicó Walter Actis, del Colectivo Ioé, durante la presentación.
Muchos de estos síntomas de malestar, explica el informe, están directamente relacionados con factores como el envejecimiento de la población, la evolución de los estilos de vida (más estrés, mayor sedentarismo y menos horas de sueño), el régimen alimenticio y el consumo de altas cantidades de alcohol y tabaco.
Otra conclusión destacada es que en los últimos diez años no han dejado de subsistir desigualdades en el estado de salud relacionadas con la edad, el sexo, la clase social o el lugar de residencia.
Los ancianos, las mujeres y las personas con bajos niveles de renta tienen peor percepción de su salud. Lo mismo ocurre con los residentes en Baleares, Canarias, Galicia, Extremadura, Andalucía y Murcia que, salvo en el caso de Baleares, coinciden con las zonas de más bajo nivel de renta de España.
Las personas con menos ingresos y con escaso nivel educativo padecen más enfermedades crónicas y agudas, sufren más accidentes domésticos, consumen más medicamentos, se alimentan peor, duermen menos y reciben menor apoyo social. Por el contrario, las de mayores ingresos tienen más problemas de sedentarismo y sufren más accidentes de tráfico.
Pese al tópico que asocia las dietas descompensadas con la población deseosa de adelgazar, el informe concluye que este problema es más frecuente en jóvenes activos y con bajo nivel de ingresos. Los hombres destacan en la ingesta poco frecuente de fruta y de verduras y en el elevado consumo de embutidos. Las mujeres, en el abuso de dulces y de golosinas.
Un desayuno para cada perfil socioeconómico
El estudio presentado ayer extrae un perfil en función del tipo de desayuno. Por ejemplo, si es usted mujer, de edad avanzada, inactiva, con estudios o sin ellos, con ingresos medios o medio-altos y vive en Asturias, Madrid o Andalucía, probablemente desayune algo líquido, con cereales, tostadas, galletas o bollería. Si se trata de un hombre de entre 25 y 44 años, con estudios secundarios o primarios, activo, bajo nivel de ingresos y residente en Aragón, Melilla o Baleares, se decantará por café, leche, te, chocolate o yogur. El líquido, la fruta o los zumos son propios de mujeres activas, con estudios universitarios, menores de 35 o mayores de 55 años, con ingresos altos y del País Vasco, La Rioja o Galicia. Mientras que los hombres jóvenes, activos, con ingresos bajos o altos de Cantabria, La Rioja o Canarias no desayunan.